Por el pasillo se oían las voces de
algunos guardias. Liro permaneció sentado en el montón de paja mientras
respiraba hondo y agudizó el oído para oírlos.
-
En
unas horas, vamos a ejecutar al príncipe Liro. ¿Crees que de verdad asesinó a
su padre? –Le decía uno a otro mientras caminaban.
-
Seguramente,
¿por qué si no iba la Reina a condenarle?
-
Porque
si no, él sería el príncipe regente, y ella no sería la Reina, podría ser por
eso, ¿no? – En las palabras de los dos guardias había una notable inocencia que
yo mismo había perdido ya.
-
En
todas formas, menos mal que no nos toca el turno, no soportaría ver la muerte
del joven príncipe.
Los dos guardias terminaron por alejarse
hasta que sus voces se hicieron inaudibles. Liro se sintió agradecido de que al
menos albergaran la duda, habían supuesto su inocencia. Pensó, que aún había
gente que era fiel a su padre, que no se habían rendido ante Delica.
-
Gracias
– Susurró poniéndose en pie hacia la puerta. Esperaba que le oyeran, pero,
sabía que eso era imposible.
En los mismos calabozos, un hombre con
una capucha estaba afilando un hacha. El mismo General había pedido ser el
ejecutor de Liro, pero, por el puesto que ocupaba no podía hacerlo. Así que,
eligió a un guerrero fiel a la Reina para que hiciera el trabajo.
Fueron asando los segundos, los minutos
e incluso alguna hora. La agonía de estar ahí cerrado, impotente, frustrado,
sin poder hacer nada, ya había podido con Liro que se había puesto en pie y se
había echado hacia atrás mirando por la ventana el sol. Pensaba que era
reconfortante verlo antes de morir.
Recordó como jugaba con su padre, cuando
paseaban a caballo. Pasaron por su mente todos los buenos momentos que había
pasado en el palacio y, el entrenamiento con Zaëron, había sido duro, pero
ahora echaba de menos tenerlo cerca, aun con su traición, le echaba de menos.
-
Te
recordaré siempre Zaëron – Dijo más para sí mismo, pero mirando hacia el sol.
Trataba de una forma desesperada de que le llegara el mensaje, aunque sabía que
era inútil. Comenzó a llorar otra vez sacudiendo la cabeza.
-
No
hace falta, estaré cerca de ti. Soy tu guerrero protector ¿recuerdas? – La voz
de Zaëron se hizo sonar por la celda desde la ventana.
Liro abrió los ojos sorprendido al
oírle, contuvo la respiración y se posicionó para poder ver por la ventana. Era
increíble, ahí estaba Zaëron. Parpadeó varias veces incrédulo, pensó que quizás
su mente le estaba causando una mala jugada debido al cansancio.
-
Apártate
un poco Liro – Dijo y sacó su espada mientras pronunciaba un conjuro. Después
cortó por la pared un agujero por donde cogía Liro. Entro la mano y cogió con esta la ropa de Liro sacándole de
ahí. Con la misma espada partió las esposas que le sujetaban las manos a la
espalda y empezó un hechizo curativo que pronto había restituido las heridas y
el cuerpo de Liro.
Liro durante ese tiempo disfruto del
contacto de Zaëron, a pesar de que había sido él quien le había traicionado, le
había echado de menos. Abrazó a Liro con mucha fuerza. Liro no fue capaz de
decir ni una sola palabra, apoyo la mejilla en el pecho del opuesto y se dejó
abrazar sin llegar a corresponder.
Zaëron después se separó, le tomo en sus
brazos y salió por el agujero que había hecho en la pared. De pronto, el cielo
empezó a nublarse otra vez y se fijó en Liro, que estaba mirándole aun
incrédulo.
-
¿Por
qué me traicionaste? – Le dijo sin cambiar su gesto. Se había cogido con las
manos a la camiseta del otro a la altura del pecho y luchaba por contener las
lágrimas, sin darse cuenta de que empezaba a llover.
-
Liro,
no hay tiempo para eso – Zaëron le miró a los ojos, con esa mirada seria que en
otro momento hubiese congelado a Liro, pero que en esta ocasión no tuvo efecto.
-
Tienes
que decírmelo – Sus palabras seguían siendo susurros sin fuerza. Liro le
sostuvo la mirada mientras derramaba aún una lágrima.
-
Liro,
soy tu Guerrero, confía en mi – Siguió con la mirada puesta en los ojos de
Liro.
Al final, fue Zaëron quien se quedó
congelado. Los dos estaban ya calados por la lluvia que caía. Dejó a Liro en el
suelo y entonces silbó. Al momento apareció una pantera aún más grande ante él
y con una silla de montar puesta sobre el lomo. Liro se sintió aliviado al
comprobar que Llena estaba bien. Zaëron coloco a Liro en la silla de montar y
luego se subió tras de él haciendo a Llena avanzar.
Zaëron puso una capa negra sobre Liro y
la envolvió en esta para intentar que pasara desapercibido aun montando sobre
su guardiana. Pero al ir hacia la entrada del castillo los guardias ya estaban
cercados y amenazantes con las espadas apuntando hacia ellos.
-
Vaya,
vaya. Si el príncipe ha logrado escapar – Intervino Ima avanzando entre los
guardias con su espada desenfundada.
Liro se encogió entre los brazos de
Zaëron. El viento empezó a soplar con fuerza, y la lluvia se hizo más intensa.
Algunos truenos retumbaron desde las nubes. Zaëron cerró los brazos sobre él
intentando tranquilizarlo.
-
¡Apresadles,
a los dos! Matad a los traidores si es necesario – Gritó el General Ima en una
orden directo a sus guardias que ahora corrían directos a nosotros.
-
Vamos.
¡Marchaos! – Dijo Zaëron saltando de encima de la pantera. Se adelantó
poniéndose entre el camino de los guardias que se acercaban a nosotros. Lanzó
un hechizo de fuego a través de su arma que nos rodeó en Llamas.
Liro se quedó quieto sobre el lomo de
Llena cogiéndose con fuerza a la silla de montar que llevaba para sujetarse.
Ima comenzaba a controlar las llamas de
Zaëron, que se lanzaron ahora contra él. Pero antes de que le golpearan, Liro
alargó su mano asustado y un rayo cayó frente a Ima, desconcentrándolo. Zaëron
pudo volver a tomar el control de las llamas
y lo lanzó contra los guardias que se tiraron a la vez a los lados para
esquivar el ataque.
Liro dio un suave golpe con los tobillos
a Llena como habría hecho con un caballo haciéndola avanzar hasta ponerse al
lado de Zaëron. Estiró la mano y se la ofreció serio a él.
-
¡Vamos
sube! – Gritó Liro para hacerse oír por encima del viento.
-
Tenías
que haberte ido sin mí – Replicó mientras le sujetaba la mano para ayudarse a
subir a Llena. Pasó los brazos por la cintura de Liro y se sujetó a Llena.
Los guardias se pusieron también firmes
apuntando con sus espadas a Llena que retrocedió mirándolos. Ima soltó una
carcajada desde su posición tras los guardias. Liro volvió a temblar con los
ojos entrecerrados algo asustado. Zaëron lanzó otro hechizo hacia ellos
moviendo a los guardias a los lados para dejarse paso.
-
¡APARTAOS!
– La voz de Liro se alzó sobre el viento. Se sujetó a Llena y le indicó que
avanzara.
Alrededor de ellos se formó un viento
huracanado, comenzaron a caer a su alrededor rayos mientras seguían avanzando
hasta los guardias. El viento lanzó a los guardias a los lados dejando solo a
Ima frente a ellos que les miraba desafiante aguantando en pie.
-
No
te volverás a escapar Príncipe – Le miraba desafiante moviendo la espada para
cortar el viento – Voy a volver a humillarte y torturarte delante de tu pueblo
hasta que no puedas ni andar.
Liro le miró aterrorizado, se pasó una
mano por el cuello donde aún tenía la marca de la cadena que le habían puesto y
tragó saliva asustado. Ima lanzó un rayo de fuego que se dispersó por el viento
que ahora rugía aún más fuerte que antes. Zaëron se sujetó a Liro para que el
viento no se lo llevara. Liro respiraba agitado, el viento se hacía más fuerte
a su alrededor, se estaba descontrolando. Llena volvió a avanzar.
Al verse más cerca se echó hacia atrás
pegándose a Zaëron, entonces otro rayo cayó golpeando a Ima en el pecho
lanzándolo unos metros hacia atrás. Zaëron tomó el mando de Llena que empezó a
correr hacia la puerta saliendo de aquel palacio internándose en el bosque. Los
guardias se reunieron con Ima para ponerle en pie socorriéndolo.
Zaëron se agarró a la cintura de Liro
cuando este tomó el mando de Llena, le acariciaba por esta y había terminado
por colocar los labios en su pelo con los ojos cerrados. Estaba disfrutando
notando como fluía la energía hacia sí mismo a través del contacto de Liro
Después de un tiempo llegaron al lago de
Liz. Liro fue el primero en bajar de Llena y se inclinó sobre el lago cogiendo
con sus manos algo de agua que después bebió, repitiendo lo mismo varias veces
hasta saciar su sed. Zaëron se bajó y de un sacó consiguió algo de comida, un
trozo de carne que parecía recién cocinada.
-
Liro,
sé que no has comido estos días – Le ofreció el trozo poniéndose cerca
respirando hondo. Se sentó a su lado en el suelo mientras le sonreía.
-
¿Está
envenenado? – Liro le miró inseguro presionando los labios echándose hacia
atrás. Le había echado de menos, pero, no podía olvidar que le había
traicionado.
Zaëron no dijo nada, pero agachó la
mirada a sabiendas de que se merecía lo que le acababa de decir. Liro ofreció
su mano y le puso la comida en esta. Lo llevo a su boca cuando lo tuvo en la
mano y comenzó a comer, estaba delicioso. Llevaba algo de manteca y la carne
estaba muy hecha, hacía tiempo que no comía algo tan delicioso.
Se incorporó y lo empezó a comer de
forma ansiosa hasta que terminó, relamiéndose las manos después. Zaëron le
miraba y entonces le ofreció otro trozo de carner con una sonrisa que Liro
cogió, volviendo a repetir el ritual para devorarlo. Llena lo vió y se acercó
lamiéndole por la mejilla.
Cuando terminó de comer, Liro se abrazó
a ella con los ojos cerrados apoyando la frente en la cabeza del animal
poniéndose en pie. Se giró después y se miró en el reflejo del agua. Todavía
tenía la marca de la cadena, acarició con la yema de los dedos por ésta.
-
Lo
de antes – Empezó Zaëron mientras miraba a Liro respirando hondo – Yo nunca te
envenenaría Liro.
-
Tampoco
me entregarías, ¿otra vez? – Se giró y le miró directamente a los ojos –
Zaëron.
-
Te
torturaron. Lo sé. Te humillaron – Le miró directamente. Su rostro estaba
desfigurado por la rabia – Créeme, tuve que luchar contra mí mismo para
contenerme y no salvarte en cada momento que te veía.
-
¿Por
qué no lo hiciste? – Le miraba Liro ahora dejando salir una lágrima – Lo he
pasado mal. Nunca pensé que lo podría pasar tan mal.
-
Solo,
puedo decirte que era necesario – Zaëron desvió la mirada hacia Llena que
estaba mirándolos a los dos – Pero mira lo que hiciste antes, eres muchísimo
más fuerte que nunca. Hemos escapado gracias a ti.
-
No
sé cómo lo he hecho – Admitió mientras respiraba hondo. Se giró hacia Llena y
se apoyó en ella – Ni si quiera sé lo que debo hacer ahora, deberíamos seguir
alejándonos de aquí – Le miró serio de reojo cerrando los ojos.
-
Es
cierto, pero primero tenemos que prepararnos para el viaje.
-
¿Qué
tenemos que preparar? ¿Tienes un plan? – Le miró y se cruzó de brazos emitiendo
un sonoro suspiro, parecía algo frustrado.
Zaëron se dio cuenta del gesto y se
quedó mirando a Liro. Sabía que tendría que darle una explicación. Desvió la
mirada hacia Llena que sacudió la cabeza en un gesto que parecía que estaba
negando, arrancándole un suspiro.
-
Liro
confía en mi – Le miró respirando hondo – No voy a dejar nunca más que nada te
haga daño.
-
No
puedes prometer eso.
-
Pero
lo hago Liro, confía en mi – Le sujeto una mano mientras le miraba a los ojos
serio. Pero la Luz que había en Liro estaba algo difuminada por la tristeza que
le transmitía su mirada.
-
Está
bien – Terminó Liro mientras respiraba hondo.
Los dos se siguieron mirando en un
silencio demasiado incómodo. Liro le miraba, Zaëron correspondía, mientras
Llena hacía de soporte para Liro cuyas piernas le temblaban. Entonces la
pantera rugió mientras intentaba llamar su atención.
Liro apartó la vista de Zaëron y la dirigió
ahora a Llena que miraba hacia el bosque. Agudizó un poco la vista, apreciando
varias figuras que se movían por el bosque.
-
La
guardia – Supuso rápido mirando a Llena que asentía con la cabeza.
Liro se subió sobre el lomo de la
pantera ofreciendo la mano a Zaëron que la tomó para subirse a su espalda. Se
abrazó por la cintura de Liro mientras le acariciaba por esta. Liro se apoyó en
el mientras respiraba hondo.
-
Llena
– Dijo Zaëron que tomó otra vez las riendas haciendo que avanzara hacia el
agua.
Liro que observaba los movimientos se
sujetó con fuerza al ver que Llena se hundía en el agua. Pero de pronto se alzó
sobre ésta empezando a correr por encima de la superficie. Zaëron también
sujetaba a Liro por la cintura.
Al poco tiempo ya estaban en la otra
orilla. Miraba al cielo mientras veía como se iba aclarando por las nubes,
dejando paso a un sol brillante, cálido. El tipo de sol que siempre le gustaba
y reconfortaba cuando estaba triste.
Siguieron cabalgando en silencio sobre
Llena hasta que llegaron al claro en la cabaa. Al verla, Liro sonrió
comprobando que todo estaba igual, pero pronto, recordó como Ima le había
sacado de ahí esposado mientras Zaëron lo miraba y sacudió la cabeza, estaba horrorizado.
Esta vez fue Zaëron el primero en bajar
del lomo de Llena, pero Liro permaneció sobre ella siguiendo a Zaëron con la
mirada cuando se dirigía al interior de la cabaña. Liro hizo a Llena avanzar
hasta la puerta mientras se asomaba por la puerta respirando hondo. Terminó
bajando de ella mientras le acariciaba con una mano por el pelaje.
-
Vamos
entra – Le dijo Zaëron desde el interior – Tenemos que prepararnos.
Desde el interior se oía ruido de los
pasos de Zaëron yendo de un lado a otro cogiendo cosas guardándolas. Liro se
atrevió a entrar en la cabaña mientras Llena se asomaba por la puerta. Zaëron
parecía que estaba lleno de energía de pronto, y estaba sonriendo.
“¿Me estará ocultando algo?” Se preguntó
a si mismo Liro mientras le seguía con la mirada sin estar seguro aún de lo que
debía hacer. No estaba seguro de que iba a acompañarlo, además, aún no le había
contado su plan. Zaëron se acercó y le tomo de la mano volviendo a ponerse
sobre una rodilla frente a Liro.
-
Mi
Liro. La otra noche, cuando íbamos a huir realicé un conjuro de sueño sobre ti.
Los guardias estaban ya rastreando la luz que habías emitido. Hice sobre mí
mismo un conjuro de ilusión, este no funciona sobre otros descendientes de la
Luz, por eso tú pudiste reconocerme pero ellos no. Fui al encuentro de ellos y
les avisé de dónde estabas. Vi todo lo que te hicieron, la ira me comía por
dentro – Miró a Llena respirando hondo, no quería mentirle – Llena me sujetó en
alguna ocasión para que no te rescatara – Zaëron hablaba mirando ahroa hacia
abajo sujetando su mano con fuerza. Permaneció unos segundos callado – Tenemos
un poco de tiempo ahora, no creo que vengan aquí a buscarte, pero, tenemos que
seguir el plan.
-
¿Qué
plan? ¿Qué se supone que vamos a hacer? – Liro apartó la mano lentamente – La
Reina Lara me dijo que confiara en ti, pero, ¿por qué no me rescatasteis? ¿Por
qué no nos enfrentamos a Delica si estábamos ahí?
-
Era
parte del plan, Liro – Zaëron sacudió la cabeza mientras seguía mirándole con
los ojos entrecerrados – Te tenían que pillar y llevar hasta la corte, sabía
que dirías que tú eres inocente, porque también me lo dijiste a mí. Ahora mismo
hay muchos nobles de la corte que quieren apoyarte a ti como heredero del trono
y no a Delica. Es más, muchos están preparando una rebelión en tu nombre.
>>Además de
que esto nos favorece en la huida, también hay gente del reino de Milos que te
apoyan a ti como futuro Rey de ese reino – Respiró hondo mirando abajo
recordando que era el mismo el que debía ser Rey – A mí no me importa cederte mi
sitio en el trono.
-
Entonces,
¿ahora vamos a visitar a los nobles que me apoyan como rey para pedirles ayuda?
– Le miró Liro sin entender el plan del todo.
-
Algo
parecido – Zaëron se giró y siguió buscando por los armarios que había en la
casa cosas para llevarse – Primero, vamos a ir a Marin, sus reyes fueron
avisados de mi nacimiento y del tuyo. Ellos son aliados de Milos así que nos
ayudarán en la guerra.
Liro pareció meditar por el plan un
segundo apoyando la espalda en la pared al lado de la puerta hasta que al poco
tiempo emitió un suspiro. Dio un paso adelante y Zaëron se paró mirándole.
-
Zaëron
– Comenzó, estaba algo decaído – Si han encontrado a todos los descendientes de
Lumina, ¿qué te hace pensar que no han hecho lo mismo con los descendientes de
Ramio?
-
¿Por
qué piensas eso?
-
Porque
según la tradición, Craotu era enemigo de Ramio, Lumina era su amada. Si de
verdad están cazando a los descendientes de Lumina, ¿por qué no los de Ramio?
¿Cuándo vas a llegar al bosque dorado? ¿Tú no tienes que pasar por lo mismo que
pasé yo? – Tenía tantas dudas, su mente era un completo Lio.
-
Cuando
haya un eclipse de sol será el momento en el que yo pueda acceder a todo mi
poder, entonces me encontraré con mi padre – Le dijo con tranquilidad negando –
El otro día, no pasó eso porque fuera tu cumpleaños, había un eclipse de Luna,
es el momento en el que Ramio y Lumina tienen intimidad, y se da paso a todos
los descendientes de Lumina a su lago de plata. Cuando sea el del sol, todos
los descendientes de Ramio iremos al bosque dorado.
-
¿Y
si no tenemos el apoyo de nadie?
-
¡No
puedes rendirte! – Gritó Zaëron reprochando su comportamiento. Tomo la mano de
Liro con fuerza haciendo que le mirara.
-
Pero
la oscuridad es más poderosa que nunca, son muchos – Se echó un poco hacia atrás
– Sé que es culpa de mi padre, y mía por haber estado tanto tiempo sin hacer
nada.
-
No
dejes que todos mueran en vano – Negó despacio y le cogió del mentón – Lumina
era la diosa de la esperanza, ahora tú tienes sus armas, eres la persona más
poderosa que hay en Zatsuei. Si alguien puede cambiar el destino, eres tú.
Liro llevo la mano a la espada que
estaba en su espalda y la cogió sosteniéndola en su mano derecha un momento. Se
fijó mejor en esta, la encontró preciosa, se preguntó si era de plata, tenía estrellas
en relieve en la empuñadura. La hoja estaba tan a filada que su filo parecía
transparente. Tampoco olvidó sus ropajes, que por donde cubrían no había
sufrido ningún daño a pesar de los golpes. Los objetos como la corona o el
collar, habían estado fijos pegado a su cuerpo, nadie se había atrevido a
tocarlos.
-
Recuerda
cómo has atacado a Ima, tú solo. Yo confío en ti – Zaëron se adelantó y se
atrevió a acariciar la mejilla de Liro con una de sus manos mientras clavaba su
mirada en sus ojos.
Liro solo movió la cabeza de arriba
abajo. Tomo aire con fuerza por la nariz estirando un poco los hombros y luego
le miró sonriendo. Se había decidido a participar en la guerra, Zaëron después
de todos, había sido muy convincente, había hecho que tuviera fe en sí mismo.
-
¿Entonces
vamos a Marin?
Liro se giró hacia Zaëron poniéndose más
recto, casi firme. Estaba dispuesto a cualquier cosa y quería que él lo notara.
Zaëron el miro con una sonrisa de aprobación y se acercó hacia las cosas que
había estado sacando. Le mostró un mapa de Zatsuei señalando donde estamos.
-
Nosotros
estamos aquí, en Liz. Si seguímos andando por el bosque podremos llegar hasta
Bari, y a través de este llegaremos a Nemuri – Siguió señalando el camino que
iban a seguir.
-
Nemuri,
¿no es el bosque de las hadas? – Liro se acercó y ahora miraba el mapa
sonriendo levemente.
-
No
es todo. Las hadas fueron una creación conjunta de Lumina y Kriotio, ahí está
el Reino de las Hadas. Además, es uno de los bosques más bellos, frondosos y
delicados – Sonrió y señaló como el bosque llegaba hasta la frontera con Marin
– Cuando lleguemos a Marin podremos dejar de ocultarnos. Entonces buscaremos a
los reyes de Marin.
-
¿Cómo
haremos para que nos reciban los Reyes? – Preguntó Liro mientras seguía
observando el mapa – Cuando estaba aprendiendo como dirigir el reino, me
enseñaron que era muy difícil aceptar a desconocidos entrar, y menos sin
vigilancia.
-
Tengo
el sello real de Milos, además, a ti te buscan por todo este reino y
seguramente sepan de ti en los demás. Llevas los símbolos de Lumina. Seguro que
te recibirían.
-
No
me hace mucha ilusión que sepan de mi por ser el asesino de mi padre. No lo
maté y ahora voy a tener esa fama – Susurró y terminó riendo levemente con
amargura.
Zaëron guardó el mapa entonces en el
sacó y ofreció un cinturón plateado a Liro. Lo cogió y se lo puso a la cintura
para después poner en este la espada con la fonda. También le ofreció un
chaleco marrón oscuro y unos pantalones similares.
-
Sé
que con la ropa que llevas no necesitas armadura, pues eso es más resistente.
Pero es difícil pasar desapercibido, así que, con esto puedes cubrirlo.
Liro asintió. Se había dado cuenta de
que la ropa que llevaba solo era apta para él. Se ajustaba a su cuerpo y le
protegía, como si tuvieran vida propia. Se quitó entonces los pantalones y los
dejó a un lado mirándolos con curiosidad. Zaëron entonces se dispuso a
recogerlos, pero no pudo. La ropa parecía que se había fusionado al suelo. Liro
entonces las cogió, para su sorpresa, ante su tacto volvían a ser ligeros y se
dejaban manejar.
Liro se volvió a colocar los pantalones
poniendo bien el cinturón y guardó los oscuros negando un poco.
Zaëron guardó comida en un saco,
bastante como para llenar la mitad y cerró este. Cogió otro y puso dos mantas y
algo de ropa para los dos junto con bastantes monedas que llevaba. Al ver las
monedas, Liro no pudo evitar sentir una leve punzada en el pecho. Esas monedas
las había ganado con la tortura que había sentido.
El resto las guardó bajo una tabla del
suelo que había algo suelta y después lanzó un hechizo para fijarla al suelo
emitiendo un leve suspiro.
-
Algún
día volveremos Liro – Le miró, más que una afirmación, era una especie de
deseo.
Zaëron entonces se alejó hacia la puerta
y Liro le siguió con la mirada. Cargó los sacos en llena a los lados de la
silla de montar que le había colocado y los aseguro con fuerza.
-
¿De
dónde has sacado la silla? – Dijo cuándo se fijó en esta a pesar de haber
estado montado sobre ella.
-
Era
de la guardiana de mi madre – Había contestado Zaëron – Se llamaba Gris, era
preciosa.
Esta vez Zaëron se montó primero sobre
la silla de Llena, después le ofreció una mano a Liro que la tomó para subirse
delante de él. Se cogió con fuerza entonces a la silla y respiró hondo mirando
el bosque que se extendía delante de ellos.
-
¿Estás
preparado Liro? – Dijo Zaëron a la vez que pasaba las manos por su cintura para
sujetarse también a la silla de montar.
Liro solamente asintió despacio, se echó
un poco hacia atrás pegando la espalda al pecho de Zaëron. Estaba algo asustado,
pero sabía que podía confiar en Zaëron.
-
¿Recuerdas
el hechizo para apartar las ramas? Si lo haces iremos más rápido.
-
“Ninux
vora” – Asintió realizando el hechizo, los ojos de Liro se iluminaron con un
tono verdoso. Los arboles parecían moverse rápido apartándose del camino de los
dos.
Zaëron fue quien tomó el mando, golpeó
con los talones suave sobre Llena que entendió el mensaje al momento y comenzó
a avanzar de forma veloz entre el camino que se abría ante ella.
Los tres avanzaron seguros, sabían cuál
era su misión, y ahora más que nunca, estaban decididos a cumplirla. Vencerían
a la oscuridad.