Cuando Yanase tenía 13 años vivía en un barrio a las afueras de Tokio. Había empezado la secundaría cerca de dónde vivía y tenía suerte, pues su mejor amigo, Kota y él iban a la misma clase.
Era una suerte, porque además vivían cerca el uno del otro, y cada mañana, cuando Yanase iba a ir al instituto pasaba por la puerta de la casa de su amigo y le recogía para ir juntos al instituto.
Cuando terminaban las clases, pasaban por las librerías y tiendas de dulces. Los dos tenían los mismos gustos y disfrutaban la compañía el uno del otro. Hasta se habían unido al club de arte de su instituto. Se podía decir que eran inseparables, y que durante ese tiempo, Yanase sentía que estaba en su casa. Sentía su hogar y no se sentía fuera de lugar. Aunque no sabía si eso era porque era joven e ingenuo, o porque ese mismo año le arrebataron su hogar.
Era mitad de curso, 31 de Octubre, Halloween. Hacía ya una semana que sus padres le habían dicho a Yanase que habían destinado a su padre a una sucursal de su empresa en España a controlar la producción de Toyota allí. Le habían dado la noticia de que tendría que mudarse.
Por supuesto, Yanase no quería irse a España, no sabía el idioma, estaba en el instituto, y no quería hacer amigos nuevos. En España no estaba Kota. Pero claro, solo era un niño de unos 13 años que no podía tomar la decisión de dónde quería o tenía que vivir. Sin embargo, él no se había atrevido aun a decírselo a su mejor amigo.
Esa noche los dos habían decidido disfrazarse de los personajes de una serie de anime que estaba de moda en esa época, Kenshin el guerrero samurai, para ir a pedir caramelos por las calles. Era una tradición muy reciente que se había empezado a poner de moda en los últimos años, por eso no siempre te daban dulces cuando salías por la calle, pero era divertido, y era de las pocas ocasiones en que a su edad podían salir juntos por la noche.
Esa noche, Yanase no estaba muy animado. Aunque los dos se estaban divirtiendo, Yanase sabía que en pocos días iba a dejar todo aquello y miraba a su compañero de vez en cuando, tratando de mantenerse animado.
Cuando ya eran las diez de la noche. Los dos fueron al parque al que iban siempre juntos y se sentaron a los pies de un árbol mientras se comían algunas de las chocolatinas que les habían dado. Al menos, eso era lo que estaba haciendo Kota, Yanase se había quedado jugando con una de sus chocolatinas aún envueltas mientras miraba a su compañero de reojo.
- Oye, ¿me vas a decir que te pasa? Aun no te has comido la primera chocolatina. - Le preguntó Kota que hablaba con la boca llena de chocolate.
En ese momento, Yanase le miró. Tenía toda la boca llena de chocolate y eso le hizo reír. Se acercó un poco y con un dedo le limpió por las comisuras de los labios.
- No sabes comer sin ensuciarte Kota - Le regañó mientras le limpiaba con sus dedos.
Kota le sonreía de vuelta y con una de sus manos entonces le manchó en la cara al contrario. Que se apartó mientras reía y se ponía en pie.
- No me ensucies a mi - Le dijo mientras le miraba desde arriba.
Kota también se puso en pie y empezó a perseguir a Yanase con una chocolatina en la mano intentando mancharle por donde pillase. Pero Yanase se subió a una de las ramas del árbol y Kota no llegaba. Para subir, necesitaba usar sus dos manos, así que subir con la chocolatina en la mano era imposible.
- Ahora verás - Dijo Kota. Se puso la chocolatina en la boca y trepó por el árbol hasta la rama donde estaba su amigo.
Yanase no tenía por donde escapar. Kota se acercaba a él con la chocolatina en la boca sonriendo de forma pícara, sabía que había ganado. Pero la rama del árbol no era tan resistente y cuando estaba acercándose a su amigo. Se rompió y los dos cayeron al suelo.
Kota reaccionó rápido, y antes de tocar el suelo, había cogido el cuerpo de su amigo y lo había abrazado para amortiguar con su propio cuerpo el golpe de su amigo. Yanase se quedó apoyado en el pecho de su amigo unos segundos antes de reaccionar. Se incorporó y revisó el cuerpo de su amigo mirándole y acariciándole.
- ¿Por qué me has protegido tonto? Seguro que así te has hecho más daño - Le dijo mientras revisaba, algo aliviado de no ver ninguna herida.
- Pero así te he protegido - Le dijo entonces mientras se quejaba acariciándose la cabeza - Seguro que me saldrá un chichón.
- Dejame ver.
Yanase se incorporó del cuerpo de su amigo, pero este le sujetó por la cintura haciendo que se quedase sentado encima de él.
- Así no puedo ver si te hiciste algo en la cabeza - Le dijo Yanase a Kota que miraba las manos en su cintura.
Kota no contestaba. Se había empezado a sonrojar y acariciaba la cintura de su compañero. Los dos se quedaron en silencio unos segundos mirando la cintura de Yanase. Hasta que poco a poco, fueron alzando la vista hasta los ojos del otro. A pesar de que era ya de noche, los ojos del contrario brillaban. Salían rayos de luz que hacían de puente entre los ojos de ambos, el uno hipnotizaba al otro.
- ¿Puedo besarte...? - Dijo Kota trans un par de Minutos mirándose mientras se acercaba a los labios de Yanase, que no sabía que contestar. Pero cuando los labios de ambos se encontraron, supo corresponder a los sentimientos de Kota.
Fue un beso tímido entre ambos. Cuando se separaron, ninguno de los dos sabía que tenía que decir. Kota se daba cuenta de que por fin había besado a su amigo, que quizás eso estropearía su amistad, tenía miedo. Yanase se dio cuenta de que estaba enamorado de Kota, y eso le estaba ardiendo, en unos días se iría y no sabía cuando le volvería a ver.
- ¿T-te ... te ha gustado? - Dijo un tímido Kota que miraba hacia abajo.
Yanase solo podía contestar moviendo la cabeza de arriba abajo. La tristeza se estaba apoderando de el y derramo una lágrima. Lágrima, que al ser vista por Kota, le hizo entrar en pánico.
- Lo siento. No debí besarte ha sido solo una broma - Dijo Kota entonces mientras limpiaba la lágrima de su amigo - No volveré a hacerlo.
Yanase que pudo apreciar el miedo de su amigo. Se acercó a él para besarlo en esta ocasión. Volvió a ser un beso tímido, pero que hizo que Kota se relajase.
- ¿Eso... es que quieres que seamos novios? - Preguntó Kota cuando volvieron a separarse de ese beso.
Pero Yanase aun no podía contestar. Apoyó la frente en el hombro de su amigo sin saber qué tenía que decirle. ¿Cómo le iba a decir ahora que se iba en unos días a otro país? Que se iba por un tiempo indefinido a otro país.
- Yaa-chan... Tú me gustas - Le insistió Kota mientras acariciaba la espalda de su amigo.
- Tú a mi también Ko-chan - Susurró por fin Yanase- Pero... Es que mis padres y yo nos vamos a mudar a España en tres días. Han trasladado a mi padre.
Kota se quedó en silencio mientras asimilaba lo que le estaba diciendo su amigo. Ahora entendía porque esta última semana Yanase había estado tan ausente y distraído.
Los dos se quedaron abrazados en el suelo durante unos minutos. Ninguno de los dos se atrevía a decir nada que pudiese causar dolor al contrario, ni querían que terminase ese momento en el que por fin se habían confesado.
Finalmente fue Yanase quién se levantó del regazo de su amigo y le miró ofreciéndole la mano. Estaba sonriendo aunque algunas lágrimas le caían por las mejillas. Al ver esto, Kota le tomó la mano para ayudarse a levantar y le acarició por las mejillas mientras le miraba a los ojos.
- Pensaré siempre en ti Yaa-chan - Le dijo mientras le limpiaba las lágrimas - Verás como nos volvemos a ver.
Yanase solo acertó a abrazar a su amigo. Esa noche, fueron de la mano hasta la puerta de la casa de Yanase. Ahí se volvieron a besar.
Los días siguientes, Yanase se dedico a recoger sus cosas. No fue al instituto, apenas tuvo tiempo para estar con Kota.
El día que iba a coger el avión. Volvió a ver a Kota. Este apareció en su casa con un ramo de Rosas cuando ya estaban saliendo para coger el coche.
- Ko-chan - Dijo Yanase al verlo. Sus padres subieron al taxi mientras Yanase se acercaba a él - Pensaba que ya nos habíamos despedido.
- Yaa-chan... Si, nos habíamos despedido pero yo quería volverlo a hacer - Dijo este mientras le daba el ramo de rosas - No es un adios para siempre, ¿vale? Nos volveremos a ver.
- Nos volveremos a ver. Porque mi casa está aquí.
Kota y Yanase volvieron a abrazarse. Kota se lanzó y besó en los labios a Yanase que se sonrojó avergonzado ya que sus padres lo estaban viendo. Cuando se separó, Kota le acompañó al taxi.
- Nos volveremos a ver Ya-chan - Le dijo otra vez. Estaba empezando a llorar.
Los dos se despidieron con la mano a través del cristal del taxi. Fue la última vez que se vieron en 15 años.
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