Un día de lluvia, cómo otro cualquiera, sentado bajo un manto de esperanzas que ruedan hacia mi en forma de gotas cristalinas puramente encofradas.
Estos días deprimen a cualquiera, siempre mojando sentimientos, apagando pasiones, frustrando planes. Sin embargo, ¿qué hay de esperar sin la fría lluvia?
¿No son los campos mojados los que hacen florecer las margaritas? ¿No es el agua lo que nos trae vida?
El agua, principio de la vida, es lo que debemos coger en nuestras manos, aunque se escurra entre ellas hacia nuestros brazos, es el origen de nuestras sonrisas, de nuestros sueños, de esperanzas e ilusiones, no la que nos marchita.
Los días de lluvia, tal como hoy, son los más especiales, porque aunque haya menos, nos animan a luchar, a seguir, porque nuestras posibilidades, son tantas como gotas que caen.
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