domingo, 17 de noviembre de 2019

SIN NOMBRE - CAPÍTULO 1.

Los dos niños de 6 y 7 años respectivamente se miraban a los ojos. Parecían estar compartiendo uno de esos momentos únicos de cuando eres pequeño.

- ¡Ese es el motivo por el que cuando crezca me casaré contigo Yuuki! - Le dijo con una amplia sonrisa mientras le tomaba la mano a su amigo más joven.

- ¿Lo dices en serio Ryuu? - Le miraba con una sonrisa llena de inocencia.

- Claro que si Yuuki - Le ofreció su dedo meñique a forma de promesa. Dedo que su compañero cogió con el propio - Es una promesa, nos casaremos.

Los dos niños se quedaron riendo durante unos segundos, hasta que Ryuu besó la mejilla de su compañero. Los dos parecían estar satisfechos con esa promesa.

Un mes más tarde, los dos chicos estaban sentados en los columpios relucientes de ese parque en el que se habían prometido antes. Estaban sentados en los columpios pero no se movían, Yuuki miraba hacia el suelo mientras su amigo miraba al frente.

- ¿No te puedes quedar? - Dijo Yuuki en un susurro.

- Trasladan a mi padre del trabajo, dicen que voy a ir a un sitio en el que se habla inglés, que vamos a tener una casa enorme - Susurró Ryuu con algo de tristeza.

Los dos guardaron silencio durante varios minutos. Yuuki no quería dejarle ir, no quería perder a su mejor amigo. Ryuu tampoco estaba entusiasmado con la idea.

- Pero como mi casa es tan grande, podrías venir y quedarte a dormir siempre que quieras - Dijo tratando de animar al contrario, aunque en esos momentos parecía una misión imposible.

Yuuki simplemente asentía mirándo a la tierra reseca que había bajo sus pies, que aun ni la tocaban. Ryuu le miraba de reojo, quería animarle de alguna forma.

- No te olvides de nuestra promesa. Cuando seamos mayores nos casaremos. Vendré a buscarte - Le dijo al contrario. Se puso en pie y se coloco frente al columpio del menor. - Hasta que eso pase, ¿por qué no te quedas con esto? - Le ofreció una pulsera en la que ponía su nombre completo "Ryuu Takada" - Cada vez que te sientas solo, puedes mirar esta pulsera y recordar nuestra promesa.

Yuuki cogió la pulsera y la miró entre sus manos. Luego se la puso mientras asentía despacio. No estaba convencido, no estaba feliz. Pero al menos tendría un trocito de él.

El tiempo fue pasando. Los dos amigos no pensaban en cuando se fuesen a separar, solo pensaban en disfrutar cada segundo que les quedaba juntos hasta el final. Salían a cazar bichos, jugaban al futbol, incluso veían películas hasta tarde juntos comiendo palomitas. Pero finalmente, se separaron.

Ryuu se fue. Ese día se quedó para siempre en la memoría de los dos. Ryuu le había dejado una carta sin decirle que se iba ese día. Yuuki la leyó y salió corriendo a tiempo de ver como Ryuu se iba en el coche de sus padres.

Yuuki corrió tras del coche todo lo que pudo. Ryuu miraba por el cristal trasero mientras los dos se despedían con una mano llorando. Mientras yuuki tenía en la otra mano la carta arrugada en la que ponía "Volveré a por ti, nos casaremos".


Quince años después, Yuuki se despertaba en la cama de su pequeño apartamento después de soñar con esa historia por millonésima vez.

- Yuuki.... deberías aprender de una vez y dejar de pensar en él.

Se dijo a si miso, se levantó sin muchas ganas de enfrentarse a otro día duro de trabajo. Se puso unos pantalones ajustados, una sudadera que le venía algo grande y cogió su mochila. Al menos en esta sesión no le harían tanto daño.

Fue hacia el set pensando en como había cambiado tanto su vida desde que Ryuu se fue.

- Él tiene la culpa de todo.


Por otro lado, en Nueva York Ryuu estaba apunto de irse a dormir. Se había graduado en la universidad y ahora pensaba en buscar trabajo. Su padre había formado su propia empresa con el tiempo, y ahora tenía una alta posición social.

Durante esos años, jamás había olvidado a Yuuki, pero no había tenido forma de contactar con él. Había regresado un par de veces a Japón, pero Yuuki ya no vivía allí. Trató de preguntar a los vecinos, pero solo sabían que los padres habían tenido un terrible accidente, y que el joven había sido llevado por servicios sociales.

Sin embargo, no perdía la esperanza. En sus recuerdos aún estaba ese chico de ojos inocentes, voz dulce y piel suave. Jamás perdería la esperanza, y por eso, pensaba volver a japón a buscar trabajo y tratar de encontrar a Yuuki.

Cogió una foto que tenía de ellos dos juntos jugando cuándo eran pequeños, siempre la llevaba consigo y la ponía bajo su almohada para dormir.

- Mañana iré a Japón. Yuuki, no me rendiré hasta encontrarte y cumplir nuestra promesa.

Y así era. Al despertarse, ya tenía la maleta lista y se encaminaba al aeropuerto. Dirección Japón, con esperanza, con una sonrisa llena de nostalgia.


 - ¡Corten! - Dijo una voz fuerte y autoritaria - Yuuki, como siempre, un gran trabajo - Se acercaba hacia el joven de 21 años ofreciendole la mano.

Yuuki le daba la mano con algo de desgana, cogió el albornoz que le daban cubriendo su cuerpo y respiró hondo.

- Caray, parece que no has quedado satisfecho con la escena Yuuki-kun - Le dijo el director sin entender la desgana de Yuuki, que se había vuelto un gran actor para conseguir trabajos, aunque solo fuera en el mundo del porno gay.

- Para nada director, trabajar con usted siempre es genial - Dijo forzando su sonrisa inocente y dulce. Esa que siempre tenía que poner para las películas. "Bah, porno". Se daba asco a si mismo siempre que grababa otra película.

- Vaya, esa es la sonrisa dulce que te hará de oro en este mundo Yuuki-kun - Le acariciaba por la espalda hasta su trasero. Siempre hacía lo mismo.

- Entonces me retiraré hasta la próxima película, por favor, tenganmé en cuenta para futuros proyectos - Hizo una reverencia y se fue hacia el camerino. "Asco, asco, asco, asco". Se repetía a si mismo mientras entraba, se iba a la ducha y abría el agua caliente. No había jabón en el mundo como para poder sentirse limpio otra vez.

Siempre era el mismo proceso, recordar como había llegado a ese punto en su vida. Recordaba la carrera tras el coche de Ryuu, recordó estar muy deprimido y de como sus padres, preocupados por él, trataron de llevarlo a encontrarse con Ryuu. Pero, tuvieron un accidente y jamás volvieron. Después de unos años en el centro para menores, a los 17 años se liberó.

Trataba de buscar trabajo, cuándo le ofrecieron un papel para una película porno gay. Aceptó pensando que eso quizás le abriría otras puertas, pero no fue así. Ahora era conocido en el mundo de la noche como Juri, un sumiso.

- Todo es culpa tuya Ryuu - Dijo cabreado al salir de la ducha.

Se puso otra vez su ropa y salió del set, tratando de ser lo más cuidadoso e invisible posible. No quería sentir más manos sobre su cuerpo durante ese  día. Volvería a casa, pondría la televisión y descansaría.

Lo bueno era que después de grabar una película, le dejaban descansar una semana al menos antes de la siguiente. Usaba ese tiempo para estar encerrado en casa, no tenía amigos, no era alguien sociable, y necesitaba reponerse después de cada grabación.

Estaba abriendo la puerta de su apartamento cuando otro chico se puso a su lado y le ofrecía una bolsa. Ni si quiera se había percatado de su presencia.

- Soy Shunta Kei - Fue lo único que alcanzó a oír Yuuki, que alzó la vista algo confundido mirándo al chico sin saber que contestar. El contrario se quedó mirándole inclinando la cabeza a un lado ofreciendo la bolsa - ¿ Estás bien?

- ¿Qué quieres? - Dijo con una voz algo cortante Yuuki.

- Ah, a lo mejor no me has oído - Dijo de forma amable Shunta, poniendo una mano tras la cabeza y volviendo al principio- Acabo de mudarme al apartamento de al lado. Mi nombre es Shunta y seremos vecinos a partir de ahora.

Le ofrecía la bolsa. Yuuki no hizo acto de cogerla. Entró a la casa después de una reverencia y cerró la puerta. Shunta miró la puerta algo confundido, pero su ánimo era inquebrantable.

- Te dejó la bolsa en la entrada. Un placer vecino desconocido - Sonrió y dejó la bolsa en la puerta volviendo a su piso.

Al otro lado de la puerta, Yuuki solo se quitaba los zapatos y entraba lento hasta su habitación. Nadie le había pedido que se presentara o le diese nada.

- Costumbres sociales... Que me des una bolsa no me ayudará a encontrar trabajo o vivir - Dijo con mala gana antes de recostarse en la cama. Cogió la pulsera que tenía en la mesilla y suspiró - Igual que las promesas Ryuu.

Esa noche tampoco cenaría, no quería moverse de la cama. Simplemente trató de quedarse dormido pensando en la nada.


Ryuu llegó por la tarde al aeropuerto de narita cerca de Tokio. Después de coger sus maletas pidió un táxi, tenía que ir a la oficina inmobiliaria para que le llevaran a su apartamento.

Antes de que se hiciese de noche, ya estaba mudándose a su apartamento. Había otra casa justo al lado de la suya a la que estaban llevando cajas, pero él solo tenía una maleta. Se preguntaba si tan poco planificado lo había hecho, tendría que salir a comprar al día siguiente, preparar su curriculum y buscar trabajo.

- Vaya... Esto no va a ser fácil - Se dijo a si mismo mientras abría la puerta para entrar en el apartamento.

Cuando pasó la maleta e iba a cerrar la puerta, el mismo chico que se acercó a Yuuki llamó a la puerta de Ryuu de forma tímida, preguntandose si ese vecino tendría también las malas pulgas del otro.

- ¿Se puede? - Dijo un shunta con la voz algo débil.

- Adelante - Dijo Ryuu y le abrió la puerta con una sonrisa.

Shutna volvió a ofrecer una bolsa de papel marron oscura mientras hacía una reverencia.

- Vaya parece que nos hemos mudado a la vez - Dijo Shunta con una pequeña sonrisa en su rostro- Soy Shunta, y me acabo de mudar al piso de al lado.

- Yo soy Ryuu Takada, también me acabo de mudar - Dijo con una sonrisa cogiendo la bolsa- Lo siento, acabo de venir de Estados Unidos y aún no me ha dado tiempo a instalarme ni a comprar detalles para mis vecinos.

- No te preocupes Ryuu - Le dijo Shunta sonriendo- Con la amabilidad me basta, y creo, que te puedes ahorrar el regalo del vecino de la esquina. Antes traté de saludarlo, no me dijo ni su nombre ni cogió mi regalo.

Ryuu se quedó mirándo a Shunta y se asomó a la puerta a ver la puerta de la esquina que todavía tenía la bolsa de papel enfrente y sin abrir.

- Que maleducado - Dijo Ryuu sacudiendo la cabeza.

- Es posible que estuviese cansado, no tenía buena cara y sus ojos estaban tristes... - Dijo Shunta como observación y volvió a sonreír - Mañana lo volveré a intentar con él.

Ryuu miró la puerta mientras pensaba en si debía ir él a saludarle o no. Pero sacudió la cabeza cuando Shunta pasó una mano por delante de su cara saludando otra vez.

- Te has quedado embobado Takada-kun - Dijo con una amplia sonrisa.

Ryuu le sonrió de la misma forma amable que él contrario hacia consigo mismo.

- Estaba pensando en salir a comer algo. Acabo de llegar a japón y tengo que instalarme. - Echó una mirada al interiro de su apartamento que solo tenía la maleta.

- Si quieres puedes venir a comer a mi piso, si quieres mañana podemos ir a investigar un poco el barrio juntos. - Se ofreció el contrario y miró a su piso - También podríamos ir a saludar al vecino misterioso vecino juntos.

Ryuu apreciaba lo sociable que era Shunta, iba a ser su primer amigo en la ciudad. Era genial poder llevarse bien con alguién nada más llegar.

- ¿Estás seguro de que no soy ninguna molestia para ti? - Le dijo mientras se pasaba una mano por la nuca algo avergonzado.

- Para nada - Le tomó la mano y se encaminó hacia su casa otra vez.

Ryuu cerró la puerta tras de si y guardó las llaves en su bolsillo. Shunta tiraba de él hacia su propia casa y los dos entraron en esta. Tenía cajas por todos lados, parecía que solo hacía una hora o dos que había llegado ahí, y ya estaba invitándole a cenar. Se sintió algo culpable por ello.

- Puedes sentarte donde pilles, si hay sitio - Bromeó Shunta que sacó un par de bols de ramen instantáneo. Luego de una caja sacó una olla eléctrica de agua y vertió agua en ella para calentar.

- Perdona por darte tantas molestias, de verdad no era necesario - Dijo Ryuu que se sentó en el suelo cerca de la mesa que había en el centro del apartamento. Encima de una de las estanterías había una foto. Se levantó y miró la foto curioso.

Era una foto de dos chicos, parecían adolescentes, uno era Shunta y el otro parecía un amigo cercano. Shunta tenía el brazo del contrario por encima y los dos sonreían. Le recordó a la foto que tenía en la cartera de él con Yuuki.

- ¿Te gusta? - Preguntó Shunta mirándo a Ryuu que aún sostenía la foto - Se llama Ueno y es mi novio.

Ryuu parpadeó un par de veces. Le sorprendió la facilidad con la que Shunta hablaba de su novio. No sabía que en Japón ya no estaba tan mal vista la homosexualidad, el país había avanzado desde que él se marchó.

- Hacéis una buena pareja - Asintió Ryuu mientras dejaba la foto en su sitio con una sonrisa.

Shunta volvió para vigilar el agua mientras se mordía el labio inferior. Tenía cierta curiosidad sobre él contrario, pero no sabía si debía hacer preguntas, así que, se limito a hablar de sí mismo simplemente.

- Mi familia tiene un restaurante, así que estudié economía y administración, también cocina, para algún día hacerme cargo de él restaurante. - Dijo mientras echaba el agua en los bols y los tapaba. Luego volvió al salón para esperar con los palillos encima de los bols - Me acabo de independizar y espero que pronto Ueno y yo podamos vivir juntos.

- Vaya... Parece que lo tienes todo bastante pensado - Sonrió Ryuu y después miró los bols. Si se dedicaba a la hostelería entendía que fuese tan sociable de primeras, era un negocio que se le daría bien.

- ¿Y tú? Dijiste que acababas de llegar a Japón, pero pareces japonés - Le señaló con un palillo tratando de averiguar algo sobre su compañero.

- La verdad es que soy japonés. Cuándo era pequeño vivía aquí, pero a los 7 años me mudé a estados unidos. He estudiado ingeniería y ahora he regresado. - Resumió y se mordió el labio inferior dudoso si debía decir algo más.

Ese simple gesto no pasó desapercibido para el observador Shunta, que sonrió levemente mientras movía la cabeza de un lado a otro.

- ¿Por qué no buscaste trabajo allí? Estarías más cerca de tu familia.

Ryuu cogió los palillos antes de contestar. Abrió el bol y se puso a mover su contenido. Shunta le imitó y después pudo apreciar coo Ryuu echaba la cabeza hacia atrás.

- Verás, tengo que encontrar a alguien.

Shunta empezó a comer mientras le observaba. Era una mirada inquisitiva que le instaba a seguir hablando sobre esa historia.

- Cuándo era pequeño tenía un gran amigo. Su nombre era Yuuki, y prometí que nos casaríamos. - Ryuu comenzó a sonrojarse y suspiró mirándo hacia la comida - Sé que es una tontería, pero, al menos quiero encontrarle, saber que todo le va bien. Le prometí que volvería a por él. Pero sus padres murieron, el fue a servicios sociales... Y ahora solo pienso en encontrarle.

- Es una bonita historia Takada-kun - Le sonrió el contrario mientras comía del ramen - Espero que lo encuentres, seguro que te está esperando.

- No pierdo la esperanza de que así sea - Susurraba comenzando a comer. En su cabeza había imaginado el encuentro con ese chico bajito y lindo, que los dos se abrazaban. Pero no sabía si quiera si seguía vivo.

Los dos pasaron algo de tiempo hablando de sus familias. Contando anécdotas de cuando eran más jóvenes o lo que habían vivido. Se estaban haciendo amigos con bastante facilidad. Sin saber, que en la habitación de al lado, Yuuki miraba aun la pulsera, con lágrimas en los ojos y una fuerte presión en el pecho.

- Es tu culpa Takada. - Dijo una vez y dejó la pulsera en la cómoda. No se atrevía a deshacerse de ella. Era algo que tenía de él, algo que le recordaba a él y cuánto lo odiaba, aun así, no podía simplemente tirarla.


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