Estaba en un
claro dónde había pasado la noche. Se estaba despertando de un sueño doloroso,
no estaba muy acostumbrado a dormir sobre el suelo. Era su tercer día de huida,
la guardia real le perseguía de forma incansable, pero los había conseguido
despistar por la lluvia. Aunque, después de hacerlo, y aunque aún caía agua
sobre él, había quedado dormido al raso. La hierba no era cómoda, pero el
cansancio había sido más fuerte que él.
Torció la cabeza a los dos lados, giró sobre sí mismo, no había nadie. Respiró relajado al ver que no estaban los guardias. Supuso que la lluvia les retrasaría lo suficiente como para que pudiese descansar y acostumbrar su cuerpo a un nuevo día.
Poco a poco se fue incorporando hasta ponerse en pie, estiró los brazos hacia atrás y soltó un largo bostezo intentando despejarse. Frente a él había un enorme lago que brillaba bajo el sol, a los lados praderas decoradas con árboles solitarios.
Torció la cabeza a los dos lados, giró sobre sí mismo, no había nadie. Respiró relajado al ver que no estaban los guardias. Supuso que la lluvia les retrasaría lo suficiente como para que pudiese descansar y acostumbrar su cuerpo a un nuevo día.
Poco a poco se fue incorporando hasta ponerse en pie, estiró los brazos hacia atrás y soltó un largo bostezo intentando despejarse. Frente a él había un enorme lago que brillaba bajo el sol, a los lados praderas decoradas con árboles solitarios.
- Estoy en Liz
– Se dijo a si mismo mientras terminaba de estirar sus brazos a los lados, los
tenía entumecidos aún. Avanzó lentamente después de haber comprobado otra vez
que estaba solo, llegó hasta el– La lluvia los ha retrasado seguro – Se acomodó
a la espalda una pequeña mochila y entonces esta se abrió un poco, saliendo de
esta la pequeña cabecita de una gata de abundante pelo blanco, con los ojos
grandes y azulados.
<<Miau>>
Hizo acto de
presencia maullando para llamar la atención de su amo. Llena, que así se
llamaba siguió a la espera. El joven entonces llevo una mano hacia atrás y dejó
su mochila caer a un lado sobre su hombro. Sacó a Llena con una mano y la
colocó sobre su hombro con cuidado. Esta se sujetó con sus pequeñas zarpas pero
sin llegar a rozar la piel del joven, que sacó una botella hecha de cuero en la
que guardaba el agua y un pequeño cuenco de madera.
Se arrodilló
frente al lago, lleno el cuenco de agua e hizo lo mismo con la botella. Luego
bajó a Llena de su hombro y respiró hondo. Dejo la botella y el cuenco en el
suelo, entonces puso las manos sobre estos dos, cerró los ojos tratando de
concentrarse.
- DERMAN.
Sus manos se
iluminaron al pronunciar esas palabras. Era un pequeño hechizo para purificar
el agua. Respiró hondo mirando de reojo a Llena, hizo un pequeño gesto con la
cabeza que la joven gatita entendió, porque se acercó y bebió de su cuenco. Él
hizo lo mismo bebiendo de su pequeña botella, para después volverá a rellenar
repitiendo el hechizo.
Se quedó
mirando un poco a Llena, no había crecido apenas aunque ya tenía 16 años, cómo
él, seguía siendo la misma gatita pequeña que había aparecido al mismo tiempo
de su nacimiento. Su guardiana.
De pronto,
una flecha en llamas se estrelló justo entre ellos dos sobresaltándolos. Llena
se asustó pero reaccionó rápida metiéndose otra vez en la mochila. Liro apenas
tuvo tiempo de reaccionar, cogió la mochila y se giró. Una nueva flecha se
dirigió hacia él que la esquivó en el último instante aunque su mejilla resultó
magullada por esta con un pequeño corte. Retrocedió un par de pasos al ver cómo
la guardia se acercaba corriendo rodeándolo.
Se sentía
muy asustado, pero reaccionó rápido y comenzó a correr aguas a dentro mientras
que volvía a extender las manos por
delante suya.
- Llena,
prepárate – La gata metió la cabeza dentro de la mochila cubriéndose con esta
por completo mientras Liro pensaba las palabras concretas – CHIP – Sus piernas
se iluminaron durante una milésima de segundo y comenzaron a elevarse sobre el
agua hasta que pudo correr por ellas como si fuera el mismo suelo, alejándose
corriendo de la orilla.
Cuando ya
estaba a una pequeña distancia se paró, se giró para observar a sus captores
pudiendo entonces respirar algo más tranquilo al verlos parados justo a la
orilla. Allí estaban todos con un gesto de frustración, incluso el General Ima.
Este era un Caballero de Zou, uno de los más fuertes, alto como de 1.90
centímetros, muy musculado, que se marcaba bajo los ropajes marrones y grises
que llevaba ceñidos al cuerpo, sus ojos eran marrones y rasgados, su cara
mostraba delicadeza a pesar del bronceado de su piel, que denotaba que solía
entrenar bajo el sol durante muchas horas y que aparentaba poco más de veinte
años a pesar de tener ya la treintena más que cumplida.
Cuando vio
el gesto de este último supo que tenía que huir o le iban a coger. Volvió a
girar y empezó a correr lo más rápido que le permitían sus piernas para
alcanzar la otra orilla.
El general
dio una orden y los guardias apuntaron con sus arcos hacia el joven, que
empezaba a notar como su tiempo se agotaba. Con un gesto del general todos
lanzaron sus flechas, que con una palabra del general estallaron el llamas
lanzándose directas y con una gran precisión.
<<Miau>>
Llena le
estaba advirtiendo del peligro, el joven se paró y respiró hondo volviendo a
recordar las palabras adecuadas, pero no estaba seguro de que fueran a
funcionar. Aun así, respiró hondo con los ojos entrecerrados y gritó.
- WALL.
El agua tras
del joven se alzó en una muralla gruesa en la que acabaron clavándose todas las
flechas. Pero al mismo tiempo, se hundió en el agua durante unos segundos para
después sacar la cabeza tomando aire sonoramente. Con una mano se echó el pelo
hacia atrás mojado y miró tras de sí. El muro seguí activo pero su otro hechizo
se había caído.
- Lo siento
Llena – Intentó sonar convincente pero sabía que la gata tardaría en perdonarle
el baño – No logro aún tener dos hechizos activos al mismo tiempo.
Se alejó un
poco nadando y volvió a repetir el primer hechizo. Se volvió a elevar sobre el
agua como si esta fuera sólida, al mismo tiempo el agua que formaba el muro a
su espalda se cayó, dejando a la vista la orilla del lago en la que empezaban a
marcharse los guardias.
- Estoy
perdiendo el tiempo, tengo que llegar a la otra orilla antes que ellos.
Empezó a
correr otra vez sobre el agua. Llena sacó la cabeza de la mochila otra vez y
sacudió esta para apartar el agua de su pelaje. Se bajó al lado del joven, ella
también podía andar ahora sobre el agua. Los dos corrieron juntos más rápidos
intentando llegar a la otra orilla, que ahora se veía con algo de claridad.
Ninguno de
los dos paró de correr hasta que llegaron a la orilla con el aliento
entrecortado. Sirvió un poco de agua a Llena en su cuenco y bebió de su botella
un poco para tranquilizar su garganta. Luego guardó el cuenco, la botella otra
vez llena y le ofreció a Llena para que se subiera, lo que hizo después de
volver a sacudirse mirándole directamente a los ojos. Se puso la mochila a la
espalda y tomó aire sonoramente.
- Es mejor si
no te ven, sería más difícil que me reconocieran Llena – Se volvió a disculpar
mientras observaba el bosque a su espalda, conocía sobre el mapa bien las
tierras, pero en vivo era más difícil orientarse – Esto debe ser el bosque de
Liz aún.
Se adentró
entonces a través del bosque, así no sé cruzaría con mucha gente. Aun sin
descansar siguió andando entre los árboles hasta que se hubo adentrado lo
suficiente. Paró y se acercó a un árbol apoyando la espalda en este, estaba muy
cansado después de la carrera por el lago. Dejó salir a Llena de la mochila y
deslizó la espalda por el tronco mientras se sentaba y respiraba hondo.
- Tres días
huyendo – Miró a Llena que salía de la mochila y se acurrucaba junto a él. Le
pasó una mano por la cabeza acariciándole entre las orejas mientras tenía los
ojos entrecerrados – Lo siento Llena.
<<Miau
miau>>.
Aún no se
había acostumbrado al hambre, al estar huyendo todo el tiempo, cansado. Ya se
le había agotado las provisiones que había tomado antes de huir, de hecho, se
habían agotado tras el primer día, y ahora no tenía anda para comer.
Su estómago
rugió por falta de hambre. Llevó una mano hacia sus mejillas, le ardían, las
piernas también le temblaban cansadas. Empezó a pensar que debía rendirse
después de todo lo que llevaba pasado en tan poco tiempo. Sabía cuál iba a ser
su destino si lo hacía, pero, ahora mismo no le parecía tan malo.
- ¿Llena, hay
alguien cerca? – Emitió un sonoro respiro mientras sacudía la cabeza. Dirigió
su vista a la gatita que sacudió la cabeza contestando a la pregunta - ¿Estás
segura? – Insistió, pero la gata giró la cabeza algo indignada por la
inseguridad que había depositado el joven en ella – Lo siento, pero, es que
tampoco te diste cuenta de cuando nos estaban atacando – Suspiró presionando
los labios – Supongo que no estamos listos para usar al cien por cien nuestros
poderes.
Llena se
apartó un poco de él subiéndose a una rama baja de un árbol. El joven sabía en
el fondo que de pronto le estaba pidiendo demasiado a su pequeña guardiana,
pero la necesitaba para poder salir con vida del lio en el que estaba metido,
aunque, ninguno de los dos estaba acostumbrado a sobrevivir por sus poderes.
Dejó caer
los hombros respirando hondo para tranquilizarse. Cerró los ojos y por un
segundo dejó vagar su mente por sus recuerdos hasta recordar las palabras de su
padre; “Tienes que entrenar, tienes muchos poderes en tu interior. Algún día,
será la única forma que tengas para sobrevivir”.
Se dio
cuenta de que tenía razón, lamentó no haberse entrenado lo suficiente cuando
tuvo ocasión.
Se cruzó de
brazo volviendo a abrir los ojos, sacudió la cabeza y miró hacia el frente.
Llena notó su pequeña frustración, bajó y se colocó sobre el regazo de su
protegido que posó una mano entre sus orejas acariciándola.
- ¿Cómo se
supone que iba a saber que pasaría esto? – Tomó una profunda bocanada de aire y
con la mano libre arrancó algo de hierba que había al lado de su cuerpo en el
suelo, necesitaba liberar algo de sus sentimientos de frustración – Si lo
hubiese dicho de forma clara. Por supuesto, me hubiese preparado a conciencia.
<<
MIAU >>
Llena se le
quedó mirando bajo la mano de él, era algo cariñosa y se puso en las rodillas
ahora. El joven elevó estas un poco y se quedó mirando a la gatita. Suspiró
lentamente y le volvió a acariciar entre las orejas. Estaba un poco más
tranquilo ahora.
Los dos
descansaron en esa posición durante un tiempo. No se habían parado a mirar
alrededor hasta ese momento, pero, ahora que lo hacían se daban cuenta de la
hermosura del bosque. Estaba muy poblado de todo tipo de árboles, no conocía
las especies pero, estaban muy verdes y vivos. Había una especie de pájaros
blancos y verdes que se paseaban entre los árboles, cantando ajenos a sus
observadores.
Embobado con
el vaivén de los pájaros y los rayos de sol que caían entre las ramas de los
árboles se quedó dormido. Durante un tiempo el sol termino por alcanzarle, y su
sueño se hizo aún más pesado. Se sentía cómodo en el sol.
Durante un
tiempo, que después deseo que hubiese sido menor, permaneció dormido. Llena se
despertó primero y lamió por la cara del joven intentando despertarle, pero
esto no ocurrió. Así que con impaciencia
y asustada terminó por arañarle por una mano, sacándolo de golpe de su
sueño algo sobresaltado.
Lo primero
que hizo fue mirarse el arañazo, le había dolido pero no le había hecho sangre.
Miró entonces a Llena. En la carita de la gata se dibujaba el miedo y la
urgencia. Paseó entonces la mirada por todos lados respirando agitado.
Descubrió dos grandes ojos marrones
mirándole entre los árboles.
Se incorporó
de pronto sobresaltado. Llena se subió a su hombro mirando a donde miraba el
joven cubriéndose un poco tras la cabeza de su protegido. El dueño de los ojos
salió de entre los arbustos dónde se escondía y le miró con una ligera sonrisa
que removió el interior del joven que lo miró con más cuidado. El misterioso
era muy alto, casi tanto como su padre, algo más de un metro ochenta
centímetros, tenía unos brazos musculosos que se veían por su camiseta sin
mangas que se ceñía a su cuerpo, era vieja, pero el parecía que no pasaba
hambre. Su piel era de un moreno claro, a su espalda llevaba un escudo redondo
hecho de algún tipo de metal que no reconoció. Sus labios eran gruesos, sus
ojos grandes y Marrones, además una melena castaña y salvaje.
- ¿Qué hace un
niño tan pequeño como tú tan dentro de un bosque tan peligroso? – Su voz sonaba
burlona.
Miré a Llena
preocupado, había sido un fallo de los dos que podía haberle costado la vida.
Rezó porque no le reconociera y metió a la gatita dentro de la mochila dándole
la espalda.
- Te estoy
hablando a ti – Dio un paso hacia adelante acercándose más a él.
- No soy tan
joven cómo parece – Contestó dando un paso también alejándose del desconocido.
- No hace
falta que ocultes a tu gatita – Soltó una leve risa picara mientras le miraba –
Los guardianes no están cómodos en espacios pequeños.
Las palabras
alertaron al joven de sobremanera. Aunque no sabía si lo había dicho en serio,
lo cierto era que estaba peligrosamente cerca de la verdad.
- No es una
guardiana – Habló flojo intentando mentir, pero esto nunca se le había dado
bien.
- Vamos, es evidente
que eres un descendiente de Lumina – Terció el desconocido mientras daba otro
paso hacia él – Me aventuraría además a decir que eres, Liro – Se quedó
mirándolo de arriba abajo estudiándolo mientras andaba dando un rodeo a él –
Veamos, la descripción era; Cabello negro y liso, ojos azules, piel blanca,
pálida, más o menos un metro cincuenta y cinco, delgado, fanciones delicadas,
ropajes elegantes y una gatita blanca, su guardiana – Terminó riendo – Menos
por la ropa, todo parece que encaja contigo.
Lo había
reconocido a la primera. Se giró mirándole y acumuló algo de energía en sus
manos que se iluminaban, si no huía ahora, seguramente no podría huir después.
El desconocido sonrió viendo sus manos, Liro se arrodilló y puso las manos en
sus pies.
- WINS.
De sus pies
salieron dos pequeñas alas. Dio un salto y se elevó por encima de los árboles,
saltando de un lado a otro enérgicamente lo más rápido que podía yéndose lo más
rápido que podía.
Comenzaba a
respirar tranquilo cuando algo le distrajo por un segundo. Un maullido de Llena
dentro de la mochila que le avisaba de que algo se acercaba. Se giró y entonces
pudo ver cómo el desconocido se acercaba volando. Había usado el mismo hechizo,
pero Liro lo había puesto en sus pies, que era algo sencillo y el otro en su
espalda.
“Parece un
ángel”.
Se dijo Liro
para sí mismo. El desconocido ya le había alcanzado, volaba con ridícula
facilidad al lado de Liro que corría por su vida. Liro intentó alejarse, pero
su pie no se apoyó como debía en uno de sus saltos y cayó al suelo
directamente. Fue capaz de remontar el poco vuelo que le permitía su hechizo
justo antes de caer de bruces al suelo, por lo que no se hizo ningún rasguño,
solo una pequeña torcedura en el pie.
Intentó
levantarse, pero el pie no se lo permitía. Se quedó arrodillando y comenzó un
hechizo de curación que tuvo que interrumpir al ver caer al desconocido frente
de él. Entonces le miró presionando los labios, le había quitado toda su
concentración.
- Vaya, los
descendientes de la Luna casi se han extinguido – Hizo una pausa y le miró
mientras sacudía la cabeza – Viendo lo debilucho que eres tú, me parece normal
que queden tan pocos. Más si ofrecen tanta recompensa por entregar a uno.
- No soy tan
débil – Liro le miró con desagrado mientras intentaba concentrarse para
recordar los pocos hechizos que había memorizado antes de salir huyendo.
- Me pregunto,
cómo alguien como tú ha podido ser tan fuerte como para matar al Rey Alen. Dime
príncipe Liro, ¿cómo se puede hacer eso? – Dio un paso hacia adelante mientras
se apartaba el pelo hacia atrás con una mano sin esfuerzo.
- Yo no hice
eso. Ni soy débil, ni soy un niño, ni un asesino – Gritó y Llena salió de la
mochila mirándolo y terminó por maullar.
- Vamos, si no
eres joven, ¿cómo es que tu guardiana es tan básica? – Señaló a la gata que
estaba a sus pies, la cual le lanzó una mirada ofendida. Incluso en estas
situaciones, el orgullo del animal se hacía notar.
- Tengo
dieciséis años y medio – Susurró entonces mientras presionaba los labios.
El
desconocido se volvió a acercar de forma peligrosa. Liro trató de ponerse en
pie y dio un paso hacia atrás cayendo otra vez de rodillas.
- Pensaba que
un príncipe debía ser fuerte – El desconocido seguía con su tono burlesco. Se
erguía mostrando su fuerza y superioridad ante Liro que luchaba por mantener
las lágrimas en sus ojos temerosos – Vaya, la recompensa por ti es muy
sustanciosa – Terminó por reírse otra vez mientras avanzaba.
- No va a ser
fácil – Le gritó aun frustrado y comenzó a acumular energía otra vez en sus
manos y dio un golpe en el suelo con estas- BREAK.
Bajo sus
manos empezó a temblar el suelo y de este empezaban a crecer rocas puntiagudas
dirigidas al desconocido que seguía sonriendo. Hizo un leve gesto con las manos
mientras miraba a Liro directamente a los ojos.
- Devolver.
Las rocas se
pararon justo antes de llegar, comenzaron a decrecer aún más rápido de lo que
habían crecido. Una ola de energía que ahora iba de regreso a Liro llegando a
él, golpeándolo, tirándolo hacia atrás.
Liro estaba
sentado de culo mirándole asustado. Respiraba algo agitado y volvió a
concentrarse e hizo un dibujo con las manos un circulo a su alrededor.
- Viento.
Volvió a
elevar la voz gritando. El mismo empezó a brillar y quedó en el centro de una
burbuja de viento. Era una especie de escudo. Pensó que quizás de esta forma
podría protegerse.
- Usas unos
hechizos patéticos – Se había cruzado de brazos mientras negaba. Parecía muy
decepcionado – No es posible que tú seas del que habla la profecía. Es
decepcionante que seas tan débil.
- ¿Qué
profecía? – Liro le miraba tan confuso que por un momento su escudo se
tambaleó. Se concentró otra vez y se quedó firme otra vez en torno a él.
- Mirate –
Sacudió la cabeza el opuesto - ¿Nunca te has entrenado? Incluso te cuesta
mantener hechizos tan sencillos en pie – Ahora lo miraba cabreado. Desenfundó
una espada que llevaba atada en el cinturón y se lanzó contra él.
- ¡Alto! –
Gritó Liro mientras trataba de ponerse en pie respirando hondo.
- ¿Crees que
puedes detenerme? ¿Crees si quiera que puedes detener a los guardias que van
tras de ti? – Se terminó de acercar y miró el escudo sacudiendo la cabeza. Liro
agradeció que no fallara ahora. Pero no duró mucho, el desconocido alzó la
espada y la lanzó cortante contra el escudo que desapareció al momento – No sé
cómo has podido llegar hasta aquí con vida.
De los ojos
de Liro empezaron a brotar algunas lágrimas. Notaba como la espada de acero del
desconocido estaba pegada a su mejilla, había perdido. El desconocido tenía el
filo de su espada pegada a la mejilla y le seguía mirando decepcionado, parecía
que estuviera esperando algo de Liro, que se había dado cuenta de que ya, no
tenía salida.
- Entonces
matame ya – La voz de Liro sonaba entrecortada. La saliva se acumulaba en su
boca, se sentía muy débil, decepcionante, humillado. Había perdido después de
tres días. Bajó la cabeza mirando hacia abajo pero el desconocido le hizo alzar
la mirada con la espada.
- No te rindas
tan fácilmente otra vez, o quizás no tenga piedad – Apartó la espada de la
cabeza de Liro y la volvió a guardar en su funda agachándose frente a Liro
dedicándole una mirada muy severa. Su voz seguía sonando amenazante – Eres
Liro, el Príncipe de Zou y te has rendido ante un desconocido. Eres además uno
de los pocos descendientes de Lumina que quedan con vida, tienes más fuerza en
tu interior de lo que piensas.
Liro sacudió
la cabeza y se llevó una mano hasta la mejilla notándola fría todavía por donde
había pasado la espada aquél bruto. Se quitó las lágrimas de los ojos que aun
brillaban algo rojos para después mirarle directamente a sus ojos. Marrones,
intensos profundos, no lo admitiría nunca, pero sus ojos le reconfortaron a
pesar de su mirada severa.
- Tienes que
cumplir con tu destino. Luchar por la profecía.
- ¿Mi destino?
– Hizo una pausa mientras hablaba y se señalaba el mismo. No entendía que
hablaba, la profecía, el destino, todo era tan confuso - ¿Profecía? ¿De qué
estás hablando? ¿Quién eres?
- ¿A caso no
sabes nada? ¿Alen no llegó a decirteo nunca? – El joven ahora le sujetó por la
barbilla y le hizo mantener los ojos fijos en los suyos mientras llenaba la
mirada de él – Veo que me ha llegado todo desde el principio.
- Tú no sabes
absolutamente nada de mi – Le mira con los ojos entrecerrados tragando saliva
sonoramente mientras elevaba la voz – No sé de qué profecía me hablas.
- Ya sé que no
sabes nada – Dio un golpe y le recostó sobre el suelo poniéndose sobre Liro. Le
sujetó las dos manos con una y con la otra golpeó el suelo al lado de su cara –
Escúchame príncipe engreído, ahora vas a hacerme caso, porque si no, es posible
que ni tu ni yo salgamos con vida.
Liro le miró
a los ojos, eran incluso más profundos que antes. Algo en su corazón le dijo
que tras esa mirada severa había algo de tristeza. Giró la cabeza y movió la
cabeza de arriba abajo.
- ¿Puedo saber
tú nombre? – Consiguió decir Liro tras un largo momento de silencio en el que
los dos solo se miraban a los ojos.
- Soy Zaëron –
Declaró mientras se quitaba de encima y le ofrecía una mano.
Liro lo miró
dudoso un segundo, pero le tomó de la mano. Zaëron tiró de esta con fuerza y lo
subió cogiéndole en brazos mientras tenía la mirada fija entre los árboles.
Repitió el hechizó para las alas y se alzó por el cielo con Liro en brazos y
Llena en la mochila.
- Los guardias
estaban cerca – Terminó susurrando y le dirigió una mirada más tranquila a Liro
– No temas, yo cuidaré de ti.
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