lunes, 21 de mayo de 2018

Invocadores de Espíritus - Cap 3.

Desperté lentamente apoyando en su pecho. Pasé una mano por la frente incorporándome un poco sin mirar a mi lado.

- ¿Qué me ha pasado Ai?  - Susurré y esperé, a que como siempre, me abrazara por el hombro y me besara en la mejilla.

- Ai está entrenando - Dijo entonces Rei.

Giré mi cabeza para verle. Rei estaba sin camiseta acostado a mi lado. Tenía una mano tras la nuca y la otra la había llevado a mi espalda. Me acariciaba mientras tenía una sonrisa en la cara. Parecía satisfecho.

- ¿Entrenando dónde? - Le miré abriendo los ojos mientras me mordía el labio inferior.

Estar con él me hacia sentir mejor. Como si el tiempo entre nosotros no hubiese pasado, aunque fuesen dos años, ahora estábamos los dos juntos otra vez. Pero, mi mente no dejaba de pensar en Ai.

- ¿Cuánto tiempo está entrenando? ¿Dónde está ? -Volví a insistir.

Pero Rei solo me acariciaba por la espalda sonriendo. Me tomó por el hombro y me hizo recostarme contra su pecho.

Me acarició la mejilla. Todo estaba empezando otra vez, como hace unos años. Los dos acostados en una cama mientras Ai estaba en otro sitio. Me tomó de la barbilla y me hizo mirarle a los ojos. Se estaba acercando hasta a mi pero, no llegó a besarme.

Me incorporé y levanté de la cama respirando hondo. Tenía que explicarle porque esto no podía ser. Tenía que explicarle el trato que tenía con Ai, y que, no podíamos estar alejados el uno del otro.

- Rei, ha pasado mucho tiempo - Le miré de reojo mordiéndome el labio inferior - Ai y yo.

- Sé que no sois novios - Se puso en pie y me acarició por la espalda - No es como si le estuvieras traicionando.

- Ai y yo tenemos un trato - Le corté apartándome - No puede estar más de cinco minutos lejos de mi. Ai, ¿dónde está?

Estábamos dentro de mi casa de campo. Todas las persianas y puertas estaban cerradas , no entraba la luz. Seguramente nadie sabría que estábamos ahí dentro. Además Aun no sabía dónde estaba Ai, eso me ponía algo nervioso. En este tiempo, el siempre me había protegido y ahora, me había acostumbrado a que su presencia me relajara.

Rei entonces terminó suspirando y se apartó de la cama. Cogió por el tablero del somier y tiró hacia arriba. Debajo de la cama dónde estábamos habían unas escaleras que yo nunca había visto.

Nunca había sabido que mi casa tuviera una especie de sótano o algo así. No entendía porque lo tenía, y como es que Rei si que lo sabía.

- ¿Qué es esto? ¿Vas a contestar algo de lo que te digo? - Terminé preguntando con un suspiro.

- ¿No tenías prisa por ver a Ai? - Me miró con una nota de frialdad en sus palabras.

Seguramente lo esquivo que había sido yo con él, le había dolido. No sabía si de verdad seguía sintiendo lo mismo por mi que por aquél entonces, pero, ¿qué pasaba con Ai?. Yo no podía traicionar todos los sacrificios, todo lo que había hecho por mi. En mi interior, sabía que Ai sentía algo por mi. Aun no me lo dijo cuando eramos pequeños, yo si noté que él trataba el tema de mi relación con Rei con cuidado.

Pero yo, estaba aun enamorado de Rei. Por eso, aunque siempre estábamos juntos, era Ai el que estaba esperando a que yo diera el paso. El jamás me iba a tocar de una forma que yo no le permitiera tocarme. Ni si quiera nos habíamos besado aun.

- Está ahí abajo. Ve a verle - Se fue de la habitación y yo respiraba hondo.

Rei estaba dolido. Ahora me iba a costar mucho más acercarme a Rei. Pero lo que realmente me preocupaba ahora, era porque Ai no estaba conmigo.

Estaba seguro de que habían pasado más de cinco minutos, y él no estaba junto a mi.

Bajé por las escaleras durante un par de minutos. Habían sido como dos pisos de bajada de escaleras. Apenas se veía nada, y yo apoyaba una de mis manos contra la pared para no caerme, hasta que llegué al final.

Frente a mi había una puerta. Por las rendijas se veía una luz blanca y dentro se oían algunos golpes. Pensaba que dentro estaría Ai. Pero no entendía, porque Ai  se había alejado de mi.

Puse la mano en el pomo de la puerta y la abrí. En el interior era una habitación con paredes blancas y un tatami. En el centro estaba Ai, vestido con unos pantalones blancos algo anchos, sin camiseta o calzado. Tenía una espada en la mano y practicaba movimientos cada vez más ágiles. Nunca lo había visto así de rápido o fuerte.

El sudor caía por su pecho y abdomen desde toda su piel. El corazón se me acelero al verle así. No era la primera vez que lo veía entrenando. Pero en se momento, era distinto.

Ai se dio cuenta de que yo estaba ahí y paró su entrenamiento. Se acercó hasta a mi, mientras apartaba el pelo de la cabeza hacia atrás.

- Parece que ya te has despertado. ¿Cómo estás? - Dejó la espada en una de las paredes. Yo no me había fijado aún, pero estas estaban llenas de armas blancas de todo tipo.

- ¿Por qué no estabas ahí ? -Le dije mientras miraba hacia abajo. Presionaba mis labios y pasé la mano por el cuello.

Estaba algo nervioso. De pronto, le miraba y tenía ganas de acercarme a él por completo. No me había dado cuenta hasta ahora, después de haberle tenido lejos, de que yo lo quería volver a tener cerca.

- Bueno - Se puso delante de mi y see acariciaba por el pelo- Tenías que descansar y Rei quería un tiempo a solas contigo.

- ¿Desde cuándo haces caso a la ligera de lo que dice Rei? - Le mire mientras me cruzaba de brazos. En verdad quería demostrarle lo molesto que estaba siendo. Tanto tiempo molesto con Rei y ahora permitía que estuviera a solas conmigo - ¿Qué ha pasado con nuestro trato?

Ai suspiró y se acercó hasta mi. Me cogió con una mano por la mejilla acariciándome. Estaba siendo cariñoso otra vez, pero, yo sentía que era muy doloroso en ese momento.

- Ai, ¿qué pasa con nuestro trato? - Le golpeé con los puños en su pecho negando- Prometimos que no estarías más de cinco minutos alejado de mi. ¿Por qué lo has incumplido? Yo no lo incumplo nunca. Ai, no querías estar lejos de mi.

Ai me abrazó con fuerza contra su pecho por la espalda. Me pegó contra él. Nunca había pensado cuanto necesitaba ese abrazo.

- Lo siento. Pensé que tendrías muchas cosas de las que hablar con Rei ahora que podéis estar juntos otra vez.

Hablaba con cariño. Jamás podré olvidar como me besó en ese momento en la mejilla mientras acariciaba mi frente.

No era la primera vez que lo hacía. Era algo muy común, pero en ese momento. Estaba siendo como era él siempre conmigo, pero en ese momento, me sentí muy especial  al estar con él.

- No vuelvas a dejarme solo más de cinco minutos. No importa con quien sea. Es nuestro trato - Susurré y me apoyé en su cuerpo - ¿Vale Ai?

Ai asintió despacio y me besó en la mejilla otra vez. Los dos nos quedamos en silencio durante un tiempo. No nos movimos pero estábamos juntos, y me sentí bien a su lado.

No se cuanto tiempo estuvimos así. Porque para ser sincero, para mi se paró el tiempo al estar recibiendo sus caricias. Pero después de esa eternidad instantánea. Te separaste de mi y me besaste en la frente. En ese momento, me hubiese gustado que me dijeras muchas cosas. Me hubiese gustado decirte yo a ti muchas cosas.

- ¿Quieres que te enseñe a usar una espada? - Pasó su mano otra vez por mi mejilla- Te verías muy sexy luchando, y así, podrías defenderme tu a mi.

Sonreí mirando hacia abajo algo sonrojado. Era la primera vez que me sentía lago avergonzado junto a Ai. Sabía cual era el motivo de mi sonrojo, sabía que era lo que estaba pasando. Ai había dicho que yo iba a estar sexy. Eso era lo único que había oído yo.

Sabía que había más motivos por los que tenía que entrenar. Sabía que yo también tendría que luchar en algún momento. Pero lo que me importaba a mi, era que le quiero cerca de mi.

- Te lo llevo pidiendo mucho tiempo Ai -Le miré sonriendo y estiré los brazos. - Por fin te he hecho entrar en razón ¿verdad?

Ai solo soltó una sonrisa y se acercó a una pared cogiendo, una espada que parecía de madera. Luego se acercó a mi para que yo la cogiera, también el cogió una igual y se puso a mi lado.

Hacía algunos movimientos y me pedía que los repitiera. Era divertido estar entrenando a su lado. Me recordaba cuando Rei y yo practicábamos invocaciones juntos. Pero esto era distinto.

Cuando entrenaba con Rei, era más serio. No nos reíamos. Todo tenía que salir a la perfección, teníamos que ser más fuertes. Él tenía que ser más fuerte que yo, siempre quería protegerme y siempre hacíamos lo que quería. Era cariñoso, serio y protector. Me hacía muy feliz.

Ai sin embargo, era el que gastaba algunas bromas conmigo mientras entrenábamos. Estaba claro que quería que me volviera más fuerte, pero lo hacía divertido y se me olvidaba lo serio de la situación.

Entre tanta risa. Volvimos a ser nosotros. Se me olvido el sitio en el que estábamos. Me olvidé del sueño que había tenido, y de porque mi familia había guardado una sala como esta. Estaba con mi mejor amigo, y no creía que nadie nos fuera a separar.

Rei acabó bajando a la sala. Pero yo no me dí cuenta de eso. Ai y yo seguimos entrenando hasta que Rei se acercó a una de las espadas y miró a Ai levantando la espada.

- Ai, entrena ahora conmigo - Rei parecía estar retando a Ai.

No entendía del todo esta situación. Pero Ai con una sonrisa elevó su propia espada contra él.

- Está bien Rei.

- Mira esto Ritsu - Dijo Rei mirándome a mi sonriendo - Yo soy mucho mejor para defenderte.

Con estas últimas palabras, una rivalidad que había estado oculta durante tantos años se desató. Los dos empezaron una lucha con las espadas. No paraban de golpear y lanzar estocadas el uno contra el otro.

La sonrisa que había mostrado Ai al principio se había desvanecido después de los dos primeros golpes. Parecía que ahora lo estaba dando todo para vencer a Rei, que no se estaba quedando atrás. Al principio parecía que tenía claro que Rei iba a ganar, pero ahora no lo tenía tan claro. Estaban luchando.

- Chicos podéis parar ya. Estáis igualados.

Intentaba pararlos sonriendo. Pero ellos no me estaban haciendo caso a mi. Estaban igualados en técnica y velocidad, pero no sabía en que momento uno iba a cometer un fallo e iba a ganar el otro.

Hasta que ese momento llegó. Después de tantas horas entrenando, Ai estaba más cansado que Rei, y terminó siendo algo más lento. Rei aprovechó ese descuido para hacer saltar la espada de Ai por los aires. Entonces pegó la punta de esta a su cuello con una sonrisa triunfal.

- Sabía que no eras tan bueno como yo.

Ai le miró cabreado y apartó con una mano la espada de su cuello. Se acercó hacia mi y me abrazó apoyando la frente sobre la mía.

- Lo siento. No he sido tan bueno como él.

- Por tu bien Ritsu - Se puso Rei a mi lado pero me miraba serio - Es mejor que te entrene yo. Por algo le he ganado.

Yo suspiré mirando a Ai. No quería que se sintiera mal y presionaba los labios acariciándole por la espalda.

- Rei, pero ya sabes del trato que tengo con Ai. No pasa nada si sigue entrenándome él. Estabais completamente igualados.

El estar hablando de esto, me trajo hacia la luz todo lo que tenía que pensar. Cómo habíamos entrado en casa, el sueño que había tenido, la sala y la armería.

- Rei, ¿cómo sabías de esta habitación? ¿Cómo hemos entrado a mi casa? - Le tomé de la mano a Ai para entonces mirar a Rei - ¿Por qué yo no sabía nada?

Rei suspiró algo frustrado. Después de haber estado esforzándose tanto para conseguir un rato a solas conmigo, yo no solo le había rechazado, si no que también había cambiado de tema.

- Bueno.

Ai se puso a mi espalda mientras apoyaba una mano en mi hombro. Parecía que el sabía algo que yo todavía no sabía. Suspiró y me abrazó.

- Ritsu, mi hermana había estado en este cuarto antes. Entramos en la casa porque tiene protección de sangre. Solo se puede entrar dentro si un miembro de la familia nos abre, así que usamos tu sangre para entrar. Mi hermana me dijo que teníamos que entrar en esta sala y buscar algo especial, algo que emana la energía de toda la casa, pero no lo hemos encontrado.

- En la casa encontrarás todo lo que necesitas - Susurré entonces acordándome de las palabras de Mitsu.

- ¿Qué estas diciendo Ritsu? - Dijo Ai a mi espalda abrazándome.

- Cuando me quedé dormido, volví otra vez a esa noche - Susurré mientras le miraba de reojo- Mi hermano me dijo que tengo que hacerme cargo de la Escuela, y que en esta casa encontraría todo lo que necesitara.

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