Cuando el sol mañanero entra por nuestras ventanas y choca con nuestra piel haciendo un pequeño manchurron de calor en nuestro cuerpo, nos hace sentir bien.
La mancha se desplaza por nuestro cuerpo hasta que el placer que nos causa es mejor que el placer de estar durmiendo, es entonces cuando nos despertamos.
Miramos a un lado y a otro sin mucha gana y rezamos para que el sol no nos diese esa sensación de calor, cariño y placer para meternos en el mundo de nubes y sueños.
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