“Alen. ¿Por qué has sido tan
irresponsable? Yo no quería encargarme de esto, era muy duro tratar de esta
forma a Liro”.
Estos pensamientos se repartían por la
mente de Zaëron mientras golpeaba con frustración a Liro cada vez que lo hacía
mal. Se había fijado en las marcas que ya presentaban en el cuerpo de Liro.
Pero seguía haciéndolo mal, tenía que mejorar.
-
¡Demuestra
que no eres un inútil! – Tomaba aire y daba otro golpe mientras miraba a Liro –
¡Hazlo bien! – Lo repetía cada pocos segundos mientras trataba de ser más duro
con él. “Otro fallo”.
Cada vez que miraba Liro a Zaëron, la
decepción le inundaba. Movía la cabeza a los lados desaprobando la actitud de
Liro, fruncía el ceño, golpeaba con ás fuerza al aire. Se esforzaba pero no era
suficiente. Le volvía a golpear una y otra vez, con más fuerza. Vio entonces
una lágrima caer por el rostro de él, se echó hacia atrás mientras sacudía la
cabeza.
“Si se quejara, si me pidiera ayuda,
¿le debería ayudar?”.
La duda se hizo paso en la mente de
Zaëron, mientras le desaprobaba, entonces tuvo que cerrar los ojos. Dio otro
golpe, no le gustaba ese gesto de dolor, ojala y no tuviera que verlo más.
Liro pareció entonces mejorar, después
de varias horas, por fín podía hacer los movimientos de una forma un poco más
adecuada, fluída, pero seguía sin ser suficiente. Todavía tendría que hacerle
trabajar mucho más, aunque no sabía cómo podría hacerlo mejor.
Sin que Zaëron se diese cuenta,
mientras pensaba, estaba acariciando la cabeza de Liro que se había caído
rendido. Cuando se dio cuenta de su gesto, apartó la mano y fue hacia la cabaña
de regreso. No debía mostrarse débil ahora.
-
Buen
trabajo – Le miró y terminó suspirando. Tenía la esperanza de que Liro no se
hubiese dado cuenta del tono de su voz. Trataba de esforzarse en ser estricto,
pero era muy complicado cuando veía a Liro tan débil, tan necesitado de su
protección. Entró en la casa lo más rápido que puedo y buscó algo para comer,
algo que pudiera saciar a Liro.
Buscó el trozo de pan más grande que
tenía y después cogió algo de queso para acompañarlo. Puso un trozo de su parte
en el suelo y Llena fue corriendo comenzando a comerlo mirando con curiosidad a
Zaëron que le acarició por la cabeza, arrancando un ronroneo de la pequeña.
Salió fuera con la comida y se
sorprendió al ver a Liro entrenando. Parecía que cuando no le estaba regañando
lo hacía mejor. Sonrió al comprobar que en verdad estaba mejorando, le
reconfortaba ver que el entrenamiento surtía el efecto adecuado.
Cuando Liro vió a Zaëron, este le
ofreció la comida. Se dio cuenta de que Liro le miraba indefenso. “¿Se sentirá
mal? ¿Por qué no confía en mí? Le he salvado”. Suspiró sonoramente mientras
Liro comía. Pensó lentamente en todo lo que había pasado, y de pronto, sin darse cuenta,
estaban discutiendo.
-
Si estuviera vivo, seguirías siendo un príncipe
payaso e inútil – Termino entrecerrando los ojos y tomó por el hombro ahora a
Liro donde había estado golpeando haciendo algo de fuerza para hacerle daño.
Aunque sus palabras fueron más hirientes que su mano, Liro sabía que tenía
razón- Además, si Alen estuviera aquí, me daría la razón. Mi padre hace años
que me entrenaba e incluso me mantuvo en secreto para que pudiera cumplir mi
destino. Como el cumplió el suyo, Alen no cumplió para tu destino, asique, tú
tienes que cumplir el tuyo.
Le estaba haciendo daño, pero, le iba
a contar la verdad. Después de todo, Liro era el protagonista de la profecía,
debería conocer al menos lo que los dioses decían que tenía que hacer.
-
Aunque
han pasado cientos de años desde la guerra de nuestros antepasados los Dioses,
la oscuridad sigue enfadada. La leyenda, dice que como fue Ramio quién
consiguió el amor de Lumina, y no Craotu, este le declaró la guerra a Lumina.
Si no era suya, no sería de nadie – Zaëron le miró mientras cogía algo de agua
del pozo y la echaba sobre los cabellos de Liro que empezaban a brillar. De
pronto, en los ojos de Liro, aparecieron las imágenes que transmitía Zaëron con
sus palabras. La historia cobraba vida para él.
>>Hace ya 21 años, dos años
antes de que yo naciera, mi madre Lara, sacerdotisa de Lumina y Reina de Milos,
fue testigo del renacimiento de la profecía que hace siglos los Dioses
anunciaron.
>>La Luna y la Oscuridad terminarán
con su enfrentamiento. El joven heredero de Lumina verá su vida envuelta en la
oscuridad, solo y sin familia. Solo el sol y los elementos de la vida podrían
ayudar al joven Luminiano, que más poderoso que nunca, caerá con un corazón
oscuro, dañado de muerte, o renacerá de sus heridas iluminando todas las
sombras con el reflejo de un corazón ardiente hecho uno”.
>>Mi madre, que al poco se quedó
embarazada, pensó que se trataba de mí. Me tuvieron en secreto, y nada más
nacer mi padre me trajo a estaba cabaña para comenzar a entrenarme. Los dos
estaban seguros de que la profecía trataba de mí, que yo era un descendiente de
Lumina, del que hablaba la profecía.
>>Como nos instalamos en Zou, mi
padre mandó avisar al tuyo, que vino en completo secreto. Mi padre le contó
sobre la profecía, los dos formaban parte de la orden “Los Guerreros de Ramio”.
Estuvieron de acuerdo en mi entrenamiento, que empezaría a los tres años.
>> Cuando yo ya tenía 5 años, mi
padre se dio cuenta de que yo no tenía los poderes de Lumina, era comprensible
la equivocación, puesto que los poderes de Lumina, Ramio y Craotu. Estos tres
tienen poder sobre todos los elementos, pero con distinto origen, Lumina de la
Luna, Ramio del Sol y Craotu de las Sombras y la Oscuridad.
>> Nada más darse cuenta de que
era descendiente de Ramio, el Rey Alen volvió a vernos. Tu madre murió al
alumbrarte a ti, y tú, eras claramente un heredero de Lumina. Los dos supieron
al instante de que la profecía hablaba de ti. Los dos supieron al instante de
que lo mejor para ti era quedarte para entrenar aquí. Mi padre se acercó a ti y
cuando te sostuvo en manos, realizaste la magia más poderosa que he visto
nunca. Comenzaste a llorar y nos lanzaste a todos muy lejos de ti, con una
especie de energía azul en forma de mariposas, era preciosa, la más preciosa
que nunca he visto.
>>Aún recuerdo como hiciste
después un escudo con la misma forma de mariposa ahora plateadas, no nos
podíamos acercar a ti, y solo eras un bebe, con un año o año y medio.
>>Fue entonces cuando Alen
sugirió la posibilidad de entrenarte personalmente en palacio, sin embargo,
pasaban los años y no volvíamos a tener noticias de ti o de él. Yo y mi padre
nos entrenamos cada vez más fuerte, pensábamos que tú lo hacías y queríamos
estar a la altura cuando llegase el momento de la batalla.
>>La siguiente vez que vimos a
Alen, nos confesó que no era capaz de prepararte para la guerra. Su excusa es
que solo eras un niño, sentía debilidad, no podía decirte que debías luchar.
Nosotros empezamos a insistirle cada vez más, pero no estaba dispuesto a
entrenarte.
>>Cumpliste los 13 años, y de
pronto, dejó de venir otra vez. Nos enteramos que se casó con Delica, tu
madrastra, y entonces empezamos a temer por todo.
>>De pronto, Alen le declaró la
guerra a mi reino, Milos, y mi padre fue al mando del ejército para proteger
nuestro hogar, y a mi madre. Me quedé solo todo el tiempo que duró la guerra, y
cuando terminó, el no regresó. La comida se acabó, así que un día yo mismo fui
al pueblo de Liz, al lado del bosque. Ahí me enteré de la muerte de los reyes
de Milos, mis padres. Mis padres murieron a manos de tu padre, el Rey Alen.
Zaëron calló durante un segundo
mientras tomaba aire lentamente. Liro le miró, había estado atento a todo lo
que decía, al principio incrédulo, pero, poco a poco se dio cuenta de que las
palabras de él tenía sentido. Cuando habló de la muerte de sus padres, se dio
cuenta entonces de cuál era la tristeza que había en la profundidad de su
mirada.
De los ojos de Liro brotó una pequeña
lágrima, que corrió por su mejilla abajo. Zaëron fue quien la interceptó con
uno de sus dedos y la retiró con un suspiro.
“Se preocupa por mi” se dijo a si
mismo mientras sacudía la cabeza con la cabeza mirando después hacia abajo.
Tomo aire y se dispuso a hablar, pero Liro le interrumpió.
-
Lo
siento – Se arrodilló en el suelo mirando abajo – Yo, siento n haberme
entrenado, mi padre ha sido un irresponsable – Respiró hondo luchando por
mantener las lágrimas a raya – Yo he sido un príncipe mimado y arrogante, y tú
mientras, luchabas por los dos.
Zaëron le miraba impresionado. Era la
primera vez que Liro transmitía esa tristeza y arrepentimiento mientras
hablaba. Se agachó a su lado y le puso una mano en el hombro tomando aire para
continuar con su historia.
-
Yo
quería venganza y fui al castillo a ver a tu padre – Respiró hondo, debía
contárselo – Esperaba una explicación, pero, también sabía que no iba a ser
bien recibido. Alcancé a un soldado y le ataqué. Le robé sus ropajes y me hice
pasar por él para colarme en el castillo. En una de las alcobas estabas tú, te
reconocí al momento, no has cambiado apenas – Hizo una pausa y sonrió levemente
– Pensé en sacarte de ahí, pero, entendí algunas de las razones de tu padre y
me marché en busca de él.
>> Llegué a la sala del trono, y
lo que vi – Tomó aire sonoramente negando despacio – Delica e Ima estaban
realizando algunos hechizos de control sobre Alen. Tu padre intentaba
resistirse, pero dos contra uno, es difícil salir de esa situación.
>> En ese momento lo entendí.
Por eso había atacado mi reino, por eso mis padres estaban muerto. Lancé un
hechizo contra ellos y les hice retroceder. Los dos nos miramos un segundo,
nunca fui iniciado como un guerrero de la orden de Ramio, pero, los dos nos
compenetramos con esa sola mirada, seguramente sería por mi entrenamiento con
mi padre. Les hicimos frente con todo lo que teníamos, estábamos ganando, pero
de pronto, Alen falló. Me apartó y me ordenó que te buscara. Se quedó solo luchando contra los dos. Yo le
fallé, no te encontré, tuve que huir.
>> Durante un tiempo estuve
pensando que os controlaban a ti y a él, pero, estaba dudando de porque no te
habían matado aún. Después de todo, han estado cazando a todos los
descendientes de Lumina que había en Zou y Milos. Pero nunca me atreví a volver
a por ti.
>> Cuando supe sobre la muerte
de tu padre, y que te culpaban a ti, todo cobró sentido. No podrían explicar tu
muerte, tampoco podrían condenarte, y la corte exigiría respuestas. Pero con la
muerte de tu padre y culpándote a ti, lo tenían todo tan fácil, que hasta daba
miedo. Tenía que salvarte, y yo mismo empecé tu búsqueda.
Zaëron se quedó por un instante
mirando a los ojos a Liro. Los dos se perdieron en los ojos del opuesto durante
esos momentos, disfrutando levemente del silencio, y afligidos por las palabras
el uno del otro.
-
Yo
– Empezó Liro, pero calló al instante. Su mirada se desvió hacia los árboles.
Llena salió corriendo de la cabaña y se subió al regazo de Liro mirándole a los
ojos – Alguien viene.
Se dibujó una nota de miedo en su rostro,
mientras que Llena parecía ponerse algo agresiva. Sabía lo que era ese
sentimiento. Miró a Zaëron que se estaba concentrando en los hechizos de
protección que tenía sobre ellos.
Los árboles se torcieron un poco,
entre los gruesos troncos se podía ver como algunos guardias reales pasaban en
busca de Liro. Iban armados con Mitrilo, el tipo de armas que se
utilizaban para bloquear a los
descendientes de Lumina, y que además, dejaban una marca en la piel como si se
produjeran quemaduras con un metal al rojo vivo.
Liro se sintió muy asustado, se aferró
a llena mientras presionaba los labios quedándose inmóvil. Por el cielo, las
nubes surgían de la nada y comenzaban a aunarse en un gran nubarrón que pronto
empezó a ocultar el sol. Zaëron se dio cuenta al momento, los poderes de Liro
estaban sin un control, y sus sentimientos se transmitían al entorno, pero era
una gran desventaja ahora. Si se nublaba, Zaëron no era tan fuerte, y la
barrera por lo tanto tampoco.
Los guardias continuaban su marcha
entre los árboles. Gracias a Dios, ninguno se fijaba de momento en el claro en
el que aparentemente no había nada. Zaëron se pegó a Liro y le abrazó contra sí
mismo para tranquilizarle.
-
Yo
te estoy protegiendo – Le susurraba cerca del oído mientras le aferraba con los
dos brazos contra su pecho – Tienes que tranquilizarte.
Liro respiraba hondo, sujetaba con las
manos a Llena y apoyaba la cabeza en su pecho con los ojos entrecerrados. La
atmosfera pareció relajarse, pero siguió nublado. Los guardias acabaron
alejándose, los árboles volvían a ser un muro impenetrable como antes. Fue
entonces cuando los dos respiraron hondo y tranquilos.
-
Ves,
no pasó nada – Intentó poner un tono algo severo, pero, no pudo al verle por
fin relajado en sus brazos. Solo respiró hondo y le acarició por el pelo –
Tenemos que esforzarnos más con tu entrenamiento Liro, así la siguiente vez, no
te asustarás tanto.
Liro no contestó. Al oírle, se separó,
dejó a Llena en el suelo y cogió la espada hecha con cañas para volver a
practicar los movimientos de ataque y las fintas una y otra vez. Zaëron sonrió
al ver lo serio que se había puesto, parecía que a partir de ahora se lo iba a
tomar en serio.
-
Contigo
Liro, vamos a ganar esta guerra – Asintió seguro de lo que decía, aunque era
más una afirmación para sí mismo, que para intentar hablar con Liro.
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