domingo, 25 de junio de 2017

DIARIO DE SUGA [FANFIC YOONMIN] CAP 2.

Serían las 7 u 8 de la mañana cuando, con mi cabeza algo dolorida, abí los ojos. Lo primero que noté al despertarme fue ese amargo aroma que me inundaba y me hacía querer más. Lo segundo, fue el suave tacto del pecho de Jimin bajo mi mejilla.

<<He dormido sobre él>>

Al momento, mis mejillas volvieron a adquirir ese tono sonrojado que ya era típico en mi cuando estaba a su lado.

Comprobé mi cuerpo durante varios segundos, estaba desnudo. Miré entonces el cuerpo de Jimin, estaba también sin ropa.

<<No puede ser, lo hice de verdad>>.

Era increíble, pero cierto. Finalmente, Jimin había conseguido lo que quería, era imposible que yo me hubiese podido negar a lo que sucedió anoche, había sido suyo.

Traté de moverme lo más lento y cuidadoso posible. Aparté la sábana, puse un pie en el suelo y entonces, la mano de Jimin sujetó mi muñeca y me hizo volver a recostarme sobre su pecho.

<<Su pecho>>. Pensé que lo había pensado, pero se me había escapado de entre los labios con un pequeño suspiro.

- ¿Qué pasa con mi pecho?

Miré a Jimin, estaba con una sonrisa traviesa, con una mano me sujetaba la muñeca, y la otra, se deslizaba de forma muy hábil, seguía el mapa de mi piel de forma precisa hasta mi trasero.

Mis mejilals se ponían más rojas, y no podía apartar la mirada de esa sonrisa traviesa, era como si me hubiese hipnotizado.

- N...no - Conseguí balbucear pero ya era demasiado tarde para mi.

Yo era como una marioneta y Jimin era el tipo que manejaba los hilos. Podía hacer conmigo lo que quisiera, que yo, hiba a seguir con su juego, aunque no tenía ninguna posibilidad de ganar.

Pero entonces, todo terminó. Jimin simplemente me dió un beso en la mejilla y me acarició el pelo con suavidad.

- Lo de anoche estuvo genial Hyung, parecías todo un experto - Se limitó a asentir mientras me acariciaba por el pelo lentamente.

Le miré algo avergonzado. ¿A caso no había significado para él lo mismo que para mi? Me incorporé un poco sentandome y le di la espalda mientras reía.

- Claro, yo todo lo que hago lo hago bien.

- Esa es la actitud Hyung -Me dió con su mano en la espalda mientras reía- La verdad es que me agotaste ¿Sabes? No esperaba tanto aguante para un novato.

Los dos nos miramos un momento y traté de reír para seguirle la broma. Los dos nos levantamos de la cama y cada uno cogimos nuestra ropa para empezar a vestirnos mientras nos reíamos.

La situación, era tensa para mi, Quizás si que quería que Jimin fuese el primero, pero claro, yo quería lo que había extra en eso, no simplemente pasar un buen rato.

Jimin se me quedó mirando y yo terminé por despedirme con la cabeza mientras salía de la habitación con un aspecto algo alborotado.

Fuí hacia la cocina y empecé a prepararme el desayuno. Cogí un bol y la leche para empezar a servirme,  sin darme cuenta que mi mente no paraba de repasar todo lo que había pasado en esa habitación. No me arrepentía de haberme dejado llevar, pero por otro lado, no quería ser uno más.

Al poco Jin apareció también en la cocina, me puso una mano en el hombro sonriendo y señalando el bol que estaba derramando ya leche.

- Que sepas que el siguiente paquete de leche lo pagas tú - Rió bromeando y pasó un brazo sobre mis hombros- Ah Yoon, que bien que lo pasé anoche - Hablaba con una voz de completa satisfacción mientras que cerraba los ojos y en su rostro se apreciaba una gran sonrisa.

- Me alegro por ti, que ya estabas siendo muy pesado acosandome - Lo aparté dándole con un dedo en la nariz sonriendo.

El se apartó y se puso las dos manos en la nariz quejandose mientras se reía.

- Ya descubrirás lo que es el placer Yoon, y cuando lo hagas - Trató de poner más énfasis a sus palabras mientras me señalaba alzando las dos cejas - No pararás de pedirme la habitación para disfrutar.

En ese momento, los dos empezamos a reirnos, y Jimin entró por la puerta con las manos a la espalda.

- ¿De que os estáis riendo Hyungs? - Rió y se acercó hacia mi poniendo una mano en mi hombro y terminando besandome en la mejilla.

- Que cariñoso estas siempre con Yoon, señorito culo de piedra - Jin se acercó a Jimin y le dió una palmada en el trasero.

Estos dos, siempre tenían ese tipo de bromas que solo parecían entender ellos. Yo los miraba atentos mientras trataban de vencerse el uno al otro ahora mismo. Una risa se me escapaba de los labios, y por otro lado, mi mente solo repasaba como era el tacto de la piel de Jimin.

- ¿Qué le pasa? - Dijo Jin mientras miraba hacia mi cuando yo me había quedado embobado - La falta de sexo le está empezando a afectar seriamente.

- ¿Falta? -Rie Jimin mientras me chasqueaba los dedos frente a la cara.

- Bueno, la ausencia - Terminó riendo Jin y las dos risas se acompasaron cuando yo volví a la realidad y me sonrojé mirando hacia abajo.

- Eso debe de ser - Dijo Jimin y le cogió del cuello frotandole con los nudillos en la cabeza a Jin- ¿Apostamos algo a que consigo estrenarlo?

Jin luchaba contra Jimin tratando de soltarse mientras reía y cuando, oyó ese reto alzó la cabeza riendo.

- Eso es imposible enano, creo que antes se nos mete a monja -Terminó negando con un gesto serio en la cara.

- Pues yo creo que puedo apostarme mi colección de mangas a que consigo ser el primero para Suga - Rió Jimin ofreciendole la mano y Jin, con cierta risa picara se la estrechó.

- Trato hecho, y si lo consigues, te haré las tareas de la casa durante 3 meses.

Jimin me miró guiñando un ojo. Esta vez parecía dispuesto a repetir, por una apuesta con Jin.

- Ni hablar - Dije algo serio y me crucé de brazos algo molesto- Que sepas que ya has perdido Jimin, no voy a ayudarte a ganar nada.

Estas palabras habían empezado un juego, o más  bien, un reto entre Jimin y yo, que deseaba ser capaz de ganar, pero que al mismo tiempo, me encantaría perder.

domingo, 18 de junio de 2017

¡¡SORTEO BTS x GOT7!! | Pinku & Blaqui

¡¡HOLA CHIC@S!!

Hoy traigo una entrada para conmemorar los 500 suscriptores que hemos conseguido BLAQUI Y PINKU.

En nuestro canal de youtube, estamos celebrando que hemos llegado a los 500 suscriptores y lo estamos haciendo con un sorteo de camisetas de BTS y de GOT7.

Previamente en twitter y amino, lo que hicimos fue hacer unas encuestas para ver que miembro de BTS y de GOT7 eran los favoritos, y bueno, los que más votos recibieron fueron SUGA y JACKSON, así que, si queréis participar en este sorteo, os dejo el video para que veáis como podéis hacerlo.


sábado, 17 de junio de 2017

REINO DE NUBES. Capítulo 5. EL BAUTIZO. HAY ALGO NUEVO EN MÍ

Habían pasado ya varios meses desde que Zaëron le había contado a Liro todo sobre la profecía, la pesadilla que había vivido con la muerte de sus padres, lo que había hecho Alen, y la guerra que se avecinaba. Todo era muy difícil de asimilar.

Zaëron había estado claramente sufriendo por culpa de Liro, pensó que debía compensarlo. Mientras él vivía sin preocupaciones y sin preparación para todo lo que se avecinaba, entre lujos y tranquilidad, Zaëron se había estado preparando para una guerra que no dependía de él.

Para empeorar, encima había sido su padre el causante de la muerte del padre y la madre de Zaëron. También habían acabado con su Reino. Liro se sentía culpable de todo lo que había pasado.

“Tengo que esforzarme por Zaëron. Derrotaré a la reina Delica y te devolveré tu reino Zaëron. Vas a estar orgulloso de mi”. Siempre pensaba en eso. Cada vez que miraba a Zaëron no podía dejar de repetirse que tenía que esforzarse más, a ser más fuerte, a luchar por él.

Por otro lado, Zaëron le seguía tratando con dureza, muy estricto, a la espera de una réplica de Liro que no se producía. Daba golpes cuando debía causando morados por el cuerpo de Liro, pero este lo entendía como parte de una motivación. Sus movimientos mejoraron muchísimo, saltaba, hacía giros, fintas, combinaba golpes con la espada con hechizos. También había progresado en el control de sus habilidades como heredero de Lumina, ahora podía hacer varios hechizos al mismo tiempo, no siempre tenía que pronunciar las palabras para realizarlos, a veces, bastaba con solo pensarlos. Incluso podía dejar un hechizo funcionando durante mucho tiempo sin tener que concentrarse bastante, y había empezado a relevar a Zaëron en el control de las barreras.

Todos los días el entrenamiento empezaba con un calentamiento. Primero una carrera de una hora alrededor del bosque, esquivando los árboles lo más rápido que podía y  algunos hechizos que lanzaba Zaëron contra él. Luego una tabla de ejercicios, abdominales, pesas, estiramientos, y cualquier ejercicio que sirviera para fortalecer su cuerpo. Entonces venía la práctica con la espada hasta la tarde, y para terminar, aprender nuevos hechizos, controlar más las energías que le rodeaban.

El cuerpo de Liro ya se había vuelto más adolescente. Zaëron se había dado cuenta de cómo se había desarrollado este en los meses que estaban juntos. Su abdomen estaba más marcado, al igual que sus brazos. Su pelo estaba ahora más largo, un poco más descuidado, pero oscuro. Su sonrisa no se dejaba notar apenas, solo cuando estaba cerca de Llena, y sus ojos, aunque reflejaban tristeza y rabia, escondían tras eso una luz tan intensa, que le hacía sonreír. Le gustaban sus ojos.

La relación entre ellos parecía la misma, pero, se hacían notar algunos cambios. Los dos se trataban con respeto, pero la confianza entre ellos había aumentado. Algunas veces incluso Liro se atrevía a preguntar sobre las cosas que hacía Zaëron. Cómo pasó un día.

-          ¿Por qué llevas siempre ese escudo? – Preguntó mientras comían un trozo de pan como casi cada día.

-          Fortalece mis hombros y mi espalda – Contestó con una pequeña sonrisa – Además, perteneció a la orden de Ramio, que está ya casi extinta, y a mi padre.

A Zaëron le gustaba que le preguntara, pero, no le gustaba preguntar. Liro siempre dejaba vagar sus emociones sin darse cuenta, se ponía triste. Sus sentimientos creaban atracción y rechazo en Zaëron. Pensaba que le hacía más débil, y al mismo tiempo, quería estar más cerca para hacerle sentir bien.

Los momentos que Zaëron más disfrutaba con Liro era cuando los dos veían como Llena trataba de entrenarse con ellos. Siempre arrancaba una risa de Liro el ver a la gatita atacar con sus zarpas a un palo, o tratando de esquivar los árboles lo más rápida que podía, sobre todo cuando se chocaba con alguno.

Los dos recordaban esos momentos que pasaban juntos con mucha frecuencia, aunque no lo admitirían. Eran los mejores momentos que pasaban juntos.

-          Creo que estás listo para un combate – Zaëron le prestó una espada de verdad y cogió la suya propia poniéndose en guardia.

-          No pienso perder – Le contestó Liro con una sonrisa poniéndose también en guardia.

El primero en atacar había sido Zaëron, pero Liro se había adelantado y lo había esquivado con facilidad cargando ahora contra él. Zaëron que había lanzado un hechizo a su espada e hizo saltar la de él por los aires con el primer choque de ambas. Liro dio un salto hacia atrás y lanzó una bola de fuego contra Zaëron para hacerle retroceder al mismo tiempo que hacia salir las alas en sus pies, saltó alejándose en dirección a la espada. Zaëron esquivó la bola de fuego y se lanzó corriendo contra Liro que había cogido otra vez la espada. Con otro salto se volvió a alejar de él poniéndose en la rama de un árbol. Zaëron empezó a lanzar rayos de sus manos hasta Liro mientras este los iba esquivando saltando de forma ágil. Finalmente Liro lanzó un hechizo a su espada y se lanzó contra Zaëron, las dos armas chocaron, las dos salieron por los aires. Entonces Zaëron cogió a Liro por el cuello y le miró alzando una ceja.

-          He ganado – Le miraba directamente a los ojos.

-          Me esforzaré más – Asintió Liro agachando la cabeza con los ojos entrecerrados – Lo siento.

-          Lo has hecho bien – Le soltó del cuello y pasó una mano por su cabeza – Por hoy está bien – Se giró alejándose hacia la cabaña.

Liro guardó la espada en su funda, para después seguir a Zaëron a la vez que  pasaba una mano por su cuello. Aunque le había sujetado con fuerza, no le había hecho daño. Al contrario, le había gustado sentir el contacto de la mano de Zaëron. Cuando lo estaba pensando, sus mejillas empezaban a sonrojarse. Notaba el latido de su corazón acelerarse.
Liro entró en la cabaña, miro por los lados aquella estancia que tan bien conocía ahora. Había estado ya mucho tiempo ahí, aunque no la sentía como suya. Llena salió del cuarto donde dormía Liro y se acercó a él pasando la cabeza entre sus piernas acariciándole, pero este no le hizo caso, estaba buscando a Zaëron con la mirada.

-          Ahora voy a ir al pueblo a hacer unas cosas – Miro a Liro dudoso, iba a ser la primera vez que le dejaba solo desde que se habían conocido. Siempre iban los dos al pueblo bajo un hechizo que ocultaba su apariencia. - ¿Podrás tú solo con la barrera?

-          Me esforzaré – Asintió Liro y se cruzó de brazos mirándole – Estaré entrenando hasta que vuelvas.

-          Ya estás listo Liro – Zaëron se acercó a él y le acarició con una mano por la mejilla – Hoy ya puedes relajarte.

-          Entonces, ¿no prefieres que vaya contigo? – Liro había cerrado los ojos un instante, pero después se había hecho hacia atrás un paso y le miraba con curiosidad.

-          No, son asuntos privados Liro – Zaëron se separó de él y le sonrió también yendo hacia la puerta.

Liro le observo con atención ahora. Siempre que iba al pueblo se ponía una ropa muy humilde, una camiseta que parecía tela de saco muy áspera, uso pantalones marrones del mismo material, unos zapatos gastados y una pequeña capa, que supuso que guardaba en su habitación. Nunca se había atrevido a pasar a su habitación.

Zaëron salió de la cabaña, así vestido ocultaba sus músculos y su espada, pasaba desapercibido por completo. Iba caminando por el claro. Liro se asomó por la puerta mientras le seguía con la mirada y al lado de su pierna, Llena también le observaba con curiosidad.

-          Llena cuida de Liro y que no se meta en líos – Hablaba mientras se alejaba riendo. Se paró frente a los árboles y se giró echando un vistazo a Liro – Ten cuidado Liro, tardaré lo menos posible.

-          No te preocupes – Sonrió Liro mirándole para después sacudir la cabeza a los lados respirando hondo.

Zaëron deshizo las barreras y apartó los árboles concentrándose en estos, se alejó entre estos despidiéndose con una mano. Los árboles se cerraron tras de él. Liro se despidió con una mano, después se concentró con los ojos entrecerrados y levantó las dos barreras protectoras que había, usando la misma fórmula que había usado Zaëron para que así el mismo pudiera bajarlas para entrar.

-          Lo haré lo mejor que pueda Zaëron – Liro se concentró un poco más para la barrera fuera más resistente.

Al cabo de un par de minutos se sentó en el suelo y puso a Llena sobre sus piernas acariciándole la cabeza. La gatita pronto se acurrucó en estas cerrando los ojos, cayendo dormida al poco tiempo. Liro estuvo mirando los árboles durante ese tiempo. Zaëron le había dicho que podía descansar, y cómo hacía tanto tiempo que no lo hacía, o sabía disfrutar del momento.

Pensó durante un tiempo e las palabras de Zaëron, estas realmente le habían sorprendido. Agachó la cabeza presionando los labios, recordaba cómo se había ido entre los árboles. Se sentía raro, pensó que tenía que haberle dicho algo más antes de que se fuera, pero termino negando.

Sacudió la cabeza para volver a la normalidad. Dejó a Llena acostada en el suelo y se puse en pie cerrando la puerta de la cabaña. La puerta del cuarto de Zaëron estaba abierta, le llamó la atención de sobremanera. Siempre había pensado como sería la habitación de él, y porque nunca le había dicho que pasara, a pesar de que siempre pasaba en la que dormía Liro.

La curiosidad pudo con él, se acercó a la puerta, la terminó de abrir y entro en ésta mirando a todos lados con curiosidad. En el cuarto, había un montón de pieles que envolvían algún tipo de relleno formando un colchón, también había un pequeño mueble de madera con dos puertas que supuso que era un armario y otro al lado más grande que era claramente un armario. Se acercó al más grande y abrió la puerta. En su interior había ropa bastante elegante, alguna se parecía a la que le había visto a su propio padre, adornos dorados, hilo de seda, prendas ligeras, en definitiva, todo tipo de ropa que incluso había tenido el mismo.
Había un pequeño espejo dentro del armario. Liro se miró en este. Ya no le valía la ropa con la que había salido de palacio, y aun así, estaba destrozada. Ahora solo llevaba ropas simples que le había dado Zaëron de las que se le habían quedado pequeñas, de un tejido que rozaba su piel y la arañaba, pero ya se había acostumbrado a esto. También se fijó en los cambios de su cuerpo, su pelo, su cara, aún tenía gestos delicados y su piel era blanca, pero había algo distinto en él.

Sintió la necesidad de apreciar más los cambios que había experimentado. Se seguió mirando al espejo mientras retiraba su camiseta. Su cuerpo también había cambiado, había crecido algún centímetro, sus hombros se había ensanchado y su abdomen era adornado por los abdominales que entrenaba cada día. Miró sus brazos, también estos músculos se habían desarrollado, parecía más fuerte, no sabía que en ese tiempo hubiese podido crecer tanto.

Terminó suspirando. Cogió la camiseta que llevaba y la miró unos segundos atento; “Esto era de Zaëron, no es ropa de príncipe”. Se recogió el pelo hacia atrás, pasaba mucho tiempo entrenando y apenas tenía tiempo de cuidar su aspecto. Salió del cuarto y fue a su propia habitación. En la mochila que tenía de cuando salió de palacio había metido un cepillo. Se fue hacia el baño, se metió en la ducha e hizo un hechizo para que empezara a caer agua caliente sobre en. Se enjabonó con una pastilla de jabón y se lavó también el pelo. Luego paró el hechizo y se secó poniendo aire caliente a su alrededor con otro hechizo. Se cepillo el pelo y entonces se volvió a vestir. Fue a la habitación de Zaëron y se miró al espejo, le gustaba ahora más su aspecto.

Cerró la habitación de Zaëron tras salir y se sentó otra vez en la puerta de la cabaña, mirando hacia los árboles por donde se había ido Zaëron mientras se preguntaba a sí mismo, si a Zaëron le gustaría el aspecto que tenía ahora. Llena se habia dormido en la puerta otra vez. Cuando la vio le acarició por la cabeza entre las orejas intentando despertarla.

<<Miau>> Se quejó Llena cuando abrió los ojos mirando a Liro. Liro la miró, le sacó la lengua de forma burlona y siguió acariciándola. Llena se movió hasta subirse a las piernas de Liro.

Zaëron había llegado al pueblo. Por este había algunos carteles con dibujos de Liro ofreciendo una gran cantidad de dinero. Revisó el dinero que había cogido, tenía suficiente para lo que quería comprar, pero, hacía tiempo que sabía que no le quedaría para mucho.

-          ¿Habéis oído? Dicen que el Príncipe ha matado a casi toda la guardia real que le perseguía – Decía una señora a otra cerca de una casa – Que estaba cerca del lago y les lanzó una ola gigantesca que los mató.

-          Yo he oído que casi mata a la Reina después de envenenar a su padre – Contestaba otra.
-          ¿Y si ese monstruo está por aquí? – Comentaba una tercera algo asustada.

-          Lo que yo no sé, es cómo alguien que ha sido hijo de Liris y Alen tenga un corazón tan negro.

-          Dicen que por eso la reina Liris murió en el parto, al verlo, se dio cuenta de que El Dios Craotu, la había maldito. El príncipe mató a su madre.

Zaëron escuchó aterrorizado cómo se difamaba el nombre de Liro. Los guardias estaban cerca y estaban interrogando a todos enseñando el cartel. Se puso la capucha de la capa sobre la cabeza. Hizo las compras rápido, pero los guardias le pillaron.

<<Miau>>.

El maullido sacó a Liro de sus pensamientos, le estaba llamando mientras daba golpecitos con una de sus zarpas en la pierna de él.  Lo miraba con el ceño fruncido, algo asustada. Liro la miró de la misma forma sin entender que era lo que le quería decir. Volvió a maullar mientras arañaba por su pierna. No pudo evitar mirarse a la pierna por donde había arañado, de su cuerpo salía una especie de luz plateada.

-          ¿Qué está pasando? – Susurró mientras se ponía en pie y daba algunos pasos hacia el medio del claro.

Liro empezó a respirar agitado mirando hacia todos lados en mitad del claro. Andaba hacia atrás alejándose de la casa. Llena fue corriendo hasta ponerse a su lado. Se miró las manos, el brillo iba a más. Estaba irradiado por todo el cuerpo.

-          No. No. ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? – Su voz trasmitía miedo. Se frotaba una mano con la otra intentando hacer desaparecer el brillo.

Repetía lo mismo una y otra vez con frustración, con miedo. El brillo de su piel iba a más. Sentía un calor que le rodeaba, empezaba a iluminar todo el claro como si fuera de día. Notaba como por su interior fluía una energía extraña. Miró al cielo, la luna estaba llena, pero brillaba de forma distinta.

-          ¿Será por la luna? – Gritó mirando hacia los arboles estirando los brazos – Llena, ¿qué está pasando? – Cuando le miró, se le ahogo un grito en su garganta. Ella también estaba brillando. Liro se agachó y la cogió, también estaba asustada - ¿Qué nos está pasando?

Desde la luna empezó a descender una pequeña esfera que emitía el mismo brillo que el cuerpo de ellos dos. No era más grande que un puño. Se dirigía flotando haciendo círculos hacia Liro, avanzando lenta pero de forma inalterable. Liro cada vez más, haciendo que lo que había a su alrededor perdiera su color y se desvaneciera.

-          ¡ZAËRON! – Gritó intentando llamarlo, pero sus palabras se extendieron, pasando a ser un eco lejano. Estaba en el centro de una nada blanca.

-          Adelante – Contestó la voz de Zaëron.

Liro giro la cabeza a todos lados pero no vió la procedencia de la voz. Respiraba agitado nervioso, la esfera cada vez estaba más cerca de él, su brillo transmitía calor. Pero solo asustaba a Liro.

-          Cógela Liro – La voz de Zaëron ahora sonó cerca de su oído, parecía un solo susurro – Adelante.

-          ¡Zaëron! ¿Dónde estás? – Liro volvió a girar la cabeza mirando a todos lados sacudiendo la cabeza - ¿Qué está pasando?

-          No tengas miedo, cógela – La voz de Zaëron cada vez sonaba más débil, apenas ya se oía.

Siguió mirando a su alrededor durante un tiempo buscando aún a Zaëron, esperando una respuesta a  alguna de las preguntas que había hecho. Pero ni lo vio, ni le volvió a oír.

La esfera se paró justo frente a Liro, avanzaba cada vez más lento hacia él. Liro intentó retroceder, pero le resultó imposible. Sujetaba a Llena con fuerza con los ojos entrecerrados. La esfera terminó por pegarse al pecho de él introduciéndose haciéndole sentir una gran sensación cálida, pero enérgica. De su interior broto un torbellino de luz rodeándolo, girando con fuerza.

Lentamente, el brillo de él empezó a atenuarse, y dejaba de flotar mientras que caía muy rápido, o eso le parecía. Se olló un maullado de Llena desde los brazos de Liro y entonces Liro abrió los ojos parpadeando. Estaba oscuro, pero el brillo de la Luna alumbraba todo con tal claridad que parecía que era Liro otra vez el que brillaba.

Comprobó sus manos, su cuerpo, ya no brillaba. Suspiró aliviado y después miró a Llena que estaba en el suelo, tampoco brillaba. No sabía que había pasado, ni cómo había llegado a un lugar distinto, pero, se sentía extrañamente tranquilo.

Se fijó entonces mejor en donde se encontraba. Había algunos árboles a su espalda, con hojas grandes y verdes que formaban una especie de corazón, un bosque vivo y frondoso, que emitía algunos reflejos dorados. Frente a Liro, había dos sauces llorones, grandes, verdes, con reflejos plateados en cada hoja que caía, formando sus ramas una especie de arco dejando paso a algo que no podía distinguir porque emitía un brillo  gris blanquecino muy intenso.

Liro se acercó andando por la hierba hasta que cruzó por el arco que formaban las ramas de los sauces. Cómo si hubiese pasado por un portal mágico, su cuerpo emitió un flujo de energía y su ropa cambió de pronto. Ahora estaba descalzo, sus zapatos habían desaparecido, sus pantalones ahora eran unos pantalones largos, blancos y brillantes, no pesaban nada pero eran muy cálidos. Llevaba una camiseta del mismo material. En su pelo, liso, se colocó una corona de tres puntas, fina, plateada y elegante, en la punta central había una piedra azulada. También en su cuello había y collar con una sola piedra en forma de lágrima.

Los dos se miraron mutuamente, dudosos de estar soñando. La razón les decía que quizás habían muerto, que algo les había atacado por sorpresa y habían muerto, pero tenían un sentimiento de paz entrando en ellos, algo que les hacía flotar.

-          ¿Qué nos ha pasado Llena? – Liro miró a Llena a su lado - ¿Dónde estamos?

Liro avanzó algo más sobre la hierba hasta llegar a aquello que brillaba de forma blanquecina. Era agua, un ancho lago se extendía delante de ellos. Tenía un agua tan pura que reflejaba por completo el brillo de la Luna llena, parecía plata líquida.

<<Miau>>.

Llena le hizo un gesto para que entrara en el agua, pero no se dio cuenta, el brillo de esta le tenía embobado. Sin darse cuenta, su pie se adelantó despacio hasta que rozó el agua con la punta de los dedos. Estaba tibia.

Termino de introducir el pie dentro del agua y entonces camino por el lago hasta que el agua le cubrió por las rodillas. Su cuerpo volvía a brillar, sentía como la calidez que tenía el agua entraba dentro de su cuerpo, cubriendo cada parte de su interior. Entonces se elevó sobre el agua y su cuerpo quedó suspendido sobre el agua, como si esta fuese sólida.

Delante de Liro, una figura borrosa se dibujaba sobre el lago. Notó como esa figura de la que emanaba una luz blanquecina se definía algo más mientras avanzaba hasta ponerse frente a él. Era una mujer, con una piel blanca, cabello largo oscuro y unos ojos verdes. Era preciosa. Llevaba un largo vestido que se extendía hacia atrás mientras caminaba sobre el agua.

-          Joven Liro – Empezó la mujer mientras miraba a Liro. Su mirada era muy tranquila, pero tenía algo que le era familiar. De ella, emanaba una gran energía – Es la hora.

-          ¿La hora? – Articulo algo confuso mientras la miraba fascinado.

-          La hora de que te inicies como Guardian del Lago de Plata, el último guardian. Por lo tanto, el más poderoso – La mujer seguía en pie, su gesto cambio hacia una pequeña mueca de tristeza – La fuerza de todos los que hemos sido guardianes antes que tú, recae sobre ti, joven Liro. Pero, también toda la responsabilidad.

-          ¿Soy el último? – Desvió la mirada que tenía fija en ella hacia abajo. Entendió la tristeza que le transmitía ahora su rostro - ¿Quién es usted? ¿Qué debo hacer?

-          Eres el último – Asintió la mujer lentamente mientras movía una mano hasta acariciar la mejilla de él.

-          Usted es la Reina Lara – Asintió comprendiendo nada más sentir su mano en la mejilla. Era la misma forma de acariciar – Es la madre de Zaëron.

-          Así es joven Liro, yo escuche una profecía de hace muchos años. Ahora la tienes que cumplir – La figura de ella ahora estaba borrosa, pero se estabilizó al poco tiempo.

 Liro se pasó una mano por los ojos para retirar las lágrimas. Estaba frente a la mujer que había matado su padre, todo su reino o había destrozado su padre. Agachó la mirada negando, se sentía culpable.

-          No es tu culpa – Intervino una tercera voz apareciendo justo al lado de Lara – Mi niño, ni si quiera fue culpa de tu padre.

-          ¿Eh? – Liro alzó la cabeza, no lo podía creer – Mama – Su voz se quebró y las lágrimas ahora corrían por sus mejillas sin poderlas retener. Se quedó quieto mirándola. Recordaba su rostro, había visto las pinturas miles de veces, pero ahora que la veía cara a cara, era muchísimo más guapa.

-          Liris no hay tiempo – Intervino Lara sacudiendo la cabeza – Liro, tu madre está aquí, pero tenemos que decirte lo que tienes que hacer. Tienes que salvar el mundo de la oscuridad. Tienes que conseguir que todo siga en equilibrio.

-          ¿Cómo lo voy a hacer? – Liro seguía llorando mirándolas a las dos inmóvil. Ni si quiera podía quitarse las lágrimas de los ojos.

-          Mi niño, tú eres mucho más fuerte de lo que crees. Confía en tus emociones, la energía de la Luna ahora solo fluye hacia ti – Le acarició por las mejillas retirándole las lágrimas y después le tomo de las manos. En las manos de Liro se materializó una espada que al sostenerla apenas era pesada, teía en la empuñadura otra piedra azul, era plateada entera – Esta es la espada que uso la Diosa Lumina en la guerra. Úsala y destierra la oscuridad a su reino.

-          Liro, confía en Zaëron, el cuidará de ti – Las dos lo miraron mientras su figura volvía a difuminarse – Ahora tienes la ropa de Lumina, la corona de Lumina, que te hace soberano de toda la tierra, el collar de Lumina, y la espada de Lumina. Confía en tus armas, en Llena. Estás destinado a ganar.

-          Mi niño, se fuerte. Nosotros estaremos velando por ti – Liris le dio un beso en la frente a Liro y las dos empezaron a desaparecer.

La imagen de las dos se hizo cada vez más difusa hasta que desaparecieron por completo ante la triste mirada de Liro, que permaneció quieto durante un momento mientras salían lágrimas de sus ojos. Finalmente, miró a los lados sujetando la espada con fuerza. Estaba en el Lago de Plata. Paseó por encima del agua sin mirar aún a Llena.

-          Mama – Dijo por fin. Sabía que no estaba allí físicamente, pero, de alguna forma sentía como que desde ahí se podía comunicar con ella – Me voy a esforzar, por ti, por Zaëron – Terminó suspirando y se dirigió hacia la orilla donde estaba Llena. – Tenemos trabajo que hacer pequeña.

Se agachó para cogerla. La gatita se acercó a él y se apoyó en las manos de él. Al instante, empezaron a brillar como hacía poco que lo habían hecho, volviéndose este más y más intenso. Cogió a Llena en brazos y dio un paso hacia adelante poniéndose sobre la hierba. La esfera de luz salió de dentro de Liro. Cerró los ojos durante un segundo y cuando los abrió estaba otra vez en el claro frente a la cabaña de Zaëron.

Miró a sus manos comprobando que Llena ya no estaba ahí. Se giró muy asustado y tras de él comprobó que había una enorme pantera, más alta que él, blanca, con los ojos azules.

-          ¿Llena? – Susurró mientras miraba a la pantera. Con los ojos entrecerrados miraba a los ojos de la pantera.

Esta solo asintió despacio y después le lamió con la lengua por la mejilla. Ronroneó despacio, Liro se abrazó a esta con los ojos cerrados y apoyo la frente en la cabeza de él.

-          ¿Qué te ha pasado? – Susurró Liro mientras le acariciaba por la cabeza a la pantera que mantenía los ojos cerrados.

-          Ya has alcanzado tu potencial Liro – Interrumpió a su espalda Zaëron que estaba sentado en la puerta de la cabaña.

Liro se separó de Llena girando sobre sí mismo, dejando un brazo por encima del cuello de ella. Los ojos de los dos se cruzaron. Zaëron no pudo evitar sonreír, Liro sonrió también mirándole. Se decidió y se apartó por completo de Llena dando un paso hacia la cabaña acercándose a Zaëron.

-          Ahora eres todo un guardián, Liro – Zaëron se puso en pie y se acercó a él.

Los dos avanzaron el uno hacia el otro. Llena se acercó por detrás de Liro mirando también a Zaëron. No dijeron nada, pero en sus rostros había un brillo de felicidad.

-          Vaya, eres un Príncipe de verdad Liro, te sienta muy bien – Estiró una mano y le apartó un poco el pelo de la frente hacia atrás, entonces sonrió mirando la corona – Y Llena, ahora ha crecido con la fuerza que tienes dentro de ti.

-          Zaëron – Empezó Liro pero se calló al ver su sonrisa. “Me gusta su sonrisa” dijo para sí mismo. Sacudió la cabeza y presionó los labios respirando hondo. Se dio cuenta, de que había algo en Zaëron diferente, algo que le gustaba.

Zaëron negó con la cabeza, le puso un dedo en los labios para hacerle callar y deslizó después la mano por su mejilla, por su hombro, por su brazo hasta llegar a su mano sosteniéndola. Se agachó e hincó una de sus rodillas en el suelo sosteniendo su mano. Le miraba directamente mientras sonreía.

-          Cómo Guerrero Dorado de la orden de Ramio, juro que protegeré tu vida con la mía si es necesario – Siguió sonriendo mientras le miraba acariciando su mano – Juro ante Ramio y Lumina, que nuestro destino está unido, prometo ser tu protector, tu guerrero. El Guerrero Dorado del último Guardián del Lago de Plata.

Cuando terminó, un suave brillo salió del cuerpo de Liro y broto de su mano hasta la mano de Zaëron haciendo que sintiera un leve cosquilleo. Liro se quedó inmóvil, sonriendo, maravillado con lo que había dicho Zaëron.

Zaëron se puso en pie sujetando con la mano la de Liro, se giró y comenzó a andar hacia la cabaña tirando de él. Los dos entraron en ésta cerrando la puerta tras de ellos, dejando a Llena fuera sin la posibilidad de entrar en la casa, que soltó un leve rugido.

-          Lo siento Llena – Zaëron rió mientras sacudia la cabeza – De todas formas no coges por la puerta.

Los dos se miraron riendo durante un instante y entonces Zaëron se acercó a un armario y sacó un pequeño pastel de nata con fresas. Se lo acercó a Liro con un guiño de un ojo.

-          Feliz cumpleaños Príncipe, no es la fiesta que hubieses tenido en palacio, pero es un día especial – Puso el pastel frente a Liro.

-          Zaëron – susurró y tomo el paste con las dos manos – Gracias – Declaró sonriendo mirando hacia abajo.

-          Ya eres todo un hombre – Sonrió y le despeino entre la corona que aun llevaba.

-          Gracias Zaëron. 

miércoles, 14 de junio de 2017

REINO DE NUBES. CAPÍTULO 4. ZAËRON. TODO LO QUE NO SABES.

“Alen. ¿Por qué has sido tan irresponsable? Yo no quería encargarme de esto, era muy duro tratar de esta forma a Liro”.

Estos pensamientos se repartían por la mente de Zaëron mientras golpeaba con frustración a Liro cada vez que lo hacía mal. Se había fijado en las marcas que ya presentaban en el cuerpo de Liro. Pero seguía haciéndolo mal, tenía que mejorar.

-          ¡Demuestra que no eres un inútil! – Tomaba aire y daba otro golpe mientras miraba a Liro – ¡Hazlo bien! – Lo repetía cada pocos segundos mientras trataba de ser más duro con él. “Otro fallo”.

Cada vez que miraba Liro a Zaëron, la decepción le inundaba. Movía la cabeza a los lados desaprobando la actitud de Liro, fruncía el ceño, golpeaba con ás fuerza al aire. Se esforzaba pero no era suficiente. Le volvía a golpear una y otra vez, con más fuerza. Vio entonces una lágrima caer por el rostro de él, se echó hacia atrás mientras sacudía la cabeza.

“Si se quejara, si me pidiera ayuda, ¿le debería ayudar?”.

La duda se hizo paso en la mente de Zaëron, mientras le desaprobaba, entonces tuvo que cerrar los ojos. Dio otro golpe, no le gustaba ese gesto de dolor, ojala y no tuviera que verlo más.

Liro pareció entonces mejorar, después de varias horas, por fín podía hacer los movimientos de una forma un poco más adecuada, fluída, pero seguía sin ser suficiente. Todavía tendría que hacerle trabajar mucho más, aunque no sabía cómo podría hacerlo mejor.

Sin que Zaëron se diese cuenta, mientras pensaba, estaba acariciando la cabeza de Liro que se había caído rendido. Cuando se dio cuenta de su gesto, apartó la mano y fue hacia la cabaña de regreso. No debía mostrarse débil ahora.

-          Buen trabajo – Le miró y terminó suspirando. Tenía la esperanza de que Liro no se hubiese dado cuenta del tono de su voz. Trataba de esforzarse en ser estricto, pero era muy complicado cuando veía a Liro tan débil, tan necesitado de su protección. Entró en la casa lo más rápido que puedo y buscó algo para comer, algo que pudiera saciar a Liro.

Buscó el trozo de pan más grande que tenía y después cogió algo de queso para acompañarlo. Puso un trozo de su parte en el suelo y Llena fue corriendo comenzando a comerlo mirando con curiosidad a Zaëron que le acarició por la cabeza, arrancando un ronroneo de la pequeña.

Salió fuera con la comida y se sorprendió al ver a Liro entrenando. Parecía que cuando no le estaba regañando lo hacía mejor. Sonrió al comprobar que en verdad estaba mejorando, le reconfortaba ver que el entrenamiento surtía el efecto adecuado.

Cuando Liro vió a Zaëron, este le ofreció la comida. Se dio cuenta de que Liro le miraba indefenso. “¿Se sentirá mal? ¿Por qué no confía en mí? Le he salvado”. Suspiró sonoramente mientras Liro comía. Pensó lentamente en todo lo que había  pasado, y de pronto, sin darse cuenta, estaban discutiendo.

-          Si estuviera vivo, seguirías siendo un príncipe payaso e inútil – Termino entrecerrando los ojos y tomó por el hombro ahora a Liro donde había estado golpeando haciendo algo de fuerza para hacerle daño. Aunque sus palabras fueron más hirientes que su mano, Liro sabía que tenía razón- Además, si Alen estuviera aquí, me daría la razón. Mi padre hace años que me entrenaba e incluso me mantuvo en secreto para que pudiera cumplir mi destino. Como el cumplió el suyo, Alen no cumplió para tu destino, asique, tú tienes que cumplir el tuyo.

Le estaba haciendo daño, pero, le iba a contar la verdad. Después de todo, Liro era el protagonista de la profecía, debería conocer al menos lo que los dioses decían que tenía que hacer.

-          Aunque han pasado cientos de años desde la guerra de nuestros antepasados los Dioses, la oscuridad sigue enfadada. La leyenda, dice que como fue Ramio quién consiguió el amor de Lumina, y no Craotu, este le declaró la guerra a Lumina. Si no era suya, no sería de nadie – Zaëron le miró mientras cogía algo de agua del pozo y la echaba sobre los cabellos de Liro que empezaban a brillar. De pronto, en los ojos de Liro, aparecieron las imágenes que transmitía Zaëron con sus palabras. La historia cobraba vida para él.

>>Hace ya 21 años, dos años antes de que yo naciera, mi madre Lara, sacerdotisa de Lumina y Reina de Milos, fue testigo del renacimiento de la profecía que hace siglos los Dioses anunciaron.

>>La Luna y la Oscuridad terminarán con su enfrentamiento. El joven heredero de Lumina verá su vida envuelta en la oscuridad, solo y sin familia. Solo el sol y los elementos de la vida podrían ayudar al joven Luminiano, que más poderoso que nunca, caerá con un corazón oscuro, dañado de muerte, o renacerá de sus heridas iluminando todas las sombras con el reflejo de un corazón ardiente hecho uno”.

>>Mi madre, que al poco se quedó embarazada, pensó que se trataba de mí. Me tuvieron en secreto, y nada más nacer mi padre me trajo a estaba cabaña para comenzar a entrenarme. Los dos estaban seguros de que la profecía trataba de mí, que yo era un descendiente de Lumina, del que hablaba la profecía.

>>Como nos instalamos en Zou, mi padre mandó avisar al tuyo, que vino en completo secreto. Mi padre le contó sobre la profecía, los dos formaban parte de la orden “Los Guerreros de Ramio”. Estuvieron de acuerdo en mi entrenamiento, que empezaría a los tres años.

>> Cuando yo ya tenía 5 años, mi padre se dio cuenta de que yo no tenía los poderes de Lumina, era comprensible la equivocación, puesto que los poderes de Lumina, Ramio y Craotu. Estos tres tienen poder sobre todos los elementos, pero con distinto origen, Lumina de la Luna, Ramio del Sol y Craotu de las Sombras y la Oscuridad.

>> Nada más darse cuenta de que era descendiente de Ramio, el Rey Alen volvió a vernos. Tu madre murió al alumbrarte a ti, y tú, eras claramente un heredero de Lumina. Los dos supieron al instante de que la profecía hablaba de ti. Los dos supieron al instante de que lo mejor para ti era quedarte para entrenar aquí. Mi padre se acercó a ti y cuando te sostuvo en manos, realizaste la magia más poderosa que he visto nunca. Comenzaste a llorar y nos lanzaste a todos muy lejos de ti, con una especie de energía azul en forma de mariposas, era preciosa, la más preciosa que nunca he visto.

>>Aún recuerdo como hiciste después un escudo con la misma forma de mariposa ahora plateadas, no nos podíamos acercar a ti, y solo eras un bebe, con un año o año y medio.

>>Fue entonces cuando Alen sugirió la posibilidad de entrenarte personalmente en palacio, sin embargo, pasaban los años y no volvíamos a tener noticias de ti o de él. Yo y mi padre nos entrenamos cada vez más fuerte, pensábamos que tú lo hacías y queríamos estar a la altura cuando llegase el momento de la batalla.

>>La siguiente vez que vimos a Alen, nos confesó que no era capaz de prepararte para la guerra. Su excusa es que solo eras un niño, sentía debilidad, no podía decirte que debías luchar. Nosotros empezamos a insistirle cada vez más, pero no estaba dispuesto a entrenarte.

>>Cumpliste los 13 años, y de pronto, dejó de venir otra vez. Nos enteramos que se casó con Delica, tu madrastra, y entonces empezamos a temer por todo.

>>De pronto, Alen le declaró la guerra a mi reino, Milos, y mi padre fue al mando del ejército para proteger nuestro hogar, y a mi madre. Me quedé solo todo el tiempo que duró la guerra, y cuando terminó, el no regresó. La comida se acabó, así que un día yo mismo fui al pueblo de Liz, al lado del bosque. Ahí me enteré de la muerte de los reyes de Milos, mis padres. Mis padres murieron a manos de tu padre, el Rey Alen.

Zaëron calló durante un segundo mientras tomaba aire lentamente. Liro le miró, había estado atento a todo lo que decía, al principio incrédulo, pero, poco a poco se dio cuenta de que las palabras de él tenía sentido. Cuando habló de la muerte de sus padres, se dio cuenta entonces de cuál era la tristeza que había en la profundidad de su mirada.

De los ojos de Liro brotó una pequeña lágrima, que corrió por su mejilla abajo. Zaëron fue quien la interceptó con uno de sus dedos y la retiró con un suspiro.

“Se preocupa por mi” se dijo a si mismo mientras sacudía la cabeza con la cabeza mirando después hacia abajo. Tomo aire y se dispuso a hablar, pero Liro le interrumpió.

-          Lo siento – Se arrodilló en el suelo mirando abajo – Yo, siento n haberme entrenado, mi padre ha sido un irresponsable – Respiró hondo luchando por mantener las lágrimas a raya – Yo he sido un príncipe mimado y arrogante, y tú mientras, luchabas por los dos.

Zaëron le miraba impresionado. Era la primera vez que Liro transmitía esa tristeza y arrepentimiento mientras hablaba. Se agachó a su lado y le puso una mano en el hombro tomando aire para continuar con su historia.

-          Yo quería venganza y fui al castillo a ver a tu padre – Respiró hondo, debía contárselo – Esperaba una explicación, pero, también sabía que no iba a ser bien recibido. Alcancé a un soldado y le ataqué. Le robé sus ropajes y me hice pasar por él para colarme en el castillo. En una de las alcobas estabas tú, te reconocí al momento, no has cambiado apenas – Hizo una pausa y sonrió levemente – Pensé en sacarte de ahí, pero, entendí algunas de las razones de tu padre y me marché en busca de él.

>> Llegué a la sala del trono, y lo que vi – Tomó aire sonoramente negando despacio – Delica e Ima estaban realizando algunos hechizos de control sobre Alen. Tu padre intentaba resistirse, pero dos contra uno, es difícil salir de esa situación.

>> En ese momento lo entendí. Por eso había atacado mi reino, por eso mis padres estaban muerto. Lancé un hechizo contra ellos y les hice retroceder. Los dos nos miramos un segundo, nunca fui iniciado como un guerrero de la orden de Ramio, pero, los dos nos compenetramos con esa sola mirada, seguramente sería por mi entrenamiento con mi padre. Les hicimos frente con todo lo que teníamos, estábamos ganando, pero de pronto, Alen falló. Me apartó y me ordenó que te buscara.  Se quedó solo luchando contra los dos. Yo le fallé, no te encontré, tuve que huir.

>> Durante un tiempo estuve pensando que os controlaban a ti y a él, pero, estaba dudando de porque no te habían matado aún. Después de todo, han estado cazando a todos los descendientes de Lumina que había en Zou y Milos. Pero nunca me atreví a volver a por ti.

>> Cuando supe sobre la muerte de tu padre, y que te culpaban a ti, todo cobró sentido. No podrían explicar tu muerte, tampoco podrían condenarte, y la corte exigiría respuestas. Pero con la muerte de tu padre y culpándote a ti, lo tenían todo tan fácil, que hasta daba miedo. Tenía que salvarte, y yo mismo empecé tu búsqueda.

Zaëron se quedó por un instante mirando a los ojos a Liro. Los dos se perdieron en los ojos del opuesto durante esos momentos, disfrutando levemente del silencio, y afligidos por las palabras el uno del otro.

-          Yo – Empezó Liro, pero calló al instante. Su mirada se desvió hacia los árboles. Llena salió corriendo de la cabaña y se subió al regazo de Liro mirándole a los ojos – Alguien viene.
Se dibujó una nota de miedo en su rostro, mientras que Llena parecía ponerse algo agresiva. Sabía lo que era ese sentimiento. Miró a Zaëron que se estaba concentrando en los hechizos de protección que tenía sobre ellos.

Los árboles se torcieron un poco, entre los gruesos troncos se podía ver como algunos guardias reales pasaban en busca de Liro. Iban armados con Mitrilo, el tipo de armas que se utilizaban  para bloquear a los descendientes de Lumina, y que además, dejaban una marca en la piel como si se produjeran quemaduras con un metal al rojo vivo.

Liro se sintió muy asustado, se aferró a llena mientras presionaba los labios quedándose inmóvil. Por el cielo, las nubes surgían de la nada y comenzaban a aunarse en un gran nubarrón que pronto empezó a ocultar el sol. Zaëron se dio cuenta al momento, los poderes de Liro estaban sin un control, y sus sentimientos se transmitían al entorno, pero era una gran desventaja ahora. Si se nublaba, Zaëron no era tan fuerte, y la barrera por lo tanto tampoco.

Los guardias continuaban su marcha entre los árboles. Gracias a Dios, ninguno se fijaba de momento en el claro en el que aparentemente no había nada. Zaëron se pegó a Liro y le abrazó contra sí mismo para tranquilizarle.

-          Yo te estoy protegiendo – Le susurraba cerca del oído mientras le aferraba con los dos brazos contra su pecho – Tienes que tranquilizarte.

Liro respiraba hondo, sujetaba con las manos a Llena y apoyaba la cabeza en su pecho con los ojos entrecerrados. La atmosfera pareció relajarse, pero siguió nublado. Los guardias acabaron alejándose, los árboles volvían a ser un muro impenetrable como antes. Fue entonces cuando los dos respiraron hondo y tranquilos.

-          Ves, no pasó nada – Intentó poner un tono algo severo, pero, no pudo al verle por fin relajado en sus brazos. Solo respiró hondo y le acarició por el pelo – Tenemos que esforzarnos más con tu entrenamiento Liro, así la siguiente vez, no te asustarás tanto.

Liro no contestó. Al oírle, se separó, dejó a Llena en el suelo y cogió la espada hecha con cañas para volver a practicar los movimientos de ataque y las fintas una y otra vez. Zaëron sonrió al ver lo serio que se había puesto, parecía que a partir de ahora se lo iba a tomar en serio.


-          Contigo Liro, vamos a ganar esta guerra – Asintió seguro de lo que decía, aunque era más una afirmación para sí mismo, que para intentar hablar con Liro.